Hemos leído con interés el artículo recientemente publicado por Gómez López et al.1, en el que se presentaba un caso de broncoaspiración de cuerpo extraño metálico odontológico, haciendo hincapié en la rareza del material aspirado, pues solo se han publicado 2 casos, uno de ellos el de los citados autores.
En nuestro centro hemos tenido la oportunidad de extraer a 3 pacientes, sendos cuerpos extraños de la misma naturaleza al referido. El primero de ellos, el 14-marzo-2007, en un varón de 71 años, tras localizar el cuerpo extraño, se extrajo en quirófano bajo anestesia general con una cestilla e intubación rígida. El 9-julio-2009, a una mujer de 63 años se le extrajo, en la sala de broncoscopias con solo anestesia tópica y con fórceps flexible de 2,2mm. El tercer paciente, el 10-junio-2014, una mujer de 75 años, a la que intentamos extraer el material en la sala con broncoscopia flexible y sedación con midazolam sin éxito, lo que nos obligó al día siguiente a hacerlo con traqueoscopio rígido bajo anestesia general en quirófano, y con unas pinzas rígidas de las que utilizamos para retirar las prótesis de silicona.
En todos los casos, los pacientes estaban siendo sometidos a cirugía dental de implantación osteointegrada en el momento de la aspiración del cuerpo extraño. Se alojaron en el árbol bronquial derecho (bronquio de la pirámide basal y en intermediario), por efecto de la gravedad su parte más gruesa quedó en posición distal, ofreciendo la punta hacia arriba, lo cual facilita la extracción por parte del endoscopista, como ya apuntan Leuzzi et al.2. El material broncoaspirado al que estamos haciendo referencia3 es una punta de llave manual de torque (par de torsión), fabricada en acero quirúrgico, de 20mm de longitud (existen diversas longitudes comercializadas) y punta hexagonal de 1,31mm. Sirve para ser acoplada a la llave de torque y atornillar la prótesis implantosoportada de titanio, fase clave de dicha cirugía. Como elementos de seguridad, estas puntas presentan en su parte superior una corona giratoria que permite enroscar el tornillo, y que posee un pequeño orificio, como podemos apreciar en la imagen, para introducir un hilo dental que impediría su caída y broncoaspiración (fig. 1).
Después de nuestra experiencia, podemos hacer algunas consideraciones. En nuestros 3 casos, el método de extracción fue muy distinto entre sí, y el procedimiento dependió fundamentalmente del grado de colaboración del paciente, pudiéndose utilizar indistintamente la broncoscopia flexible o la rígida. Abogamos por el empleo de la primera como técnica de inicio, por ser mucho más accesible en nuestro medio hospitalario. No obstante, cualquier dificultad durante esta puede ser fácilmente solventada con el empleo de la rígida. Se nos requirieron 2 de las piezas extraídas para ser aportadas como prueba en la correspondiente demanda judicial. Por ello, insistimos en la prevención de estos accidentes por su frecuencia, gravedad potencial e implicaciones médico-legales.