El provechoso artículo de Pérez Dueñas et al1 publicado recientemente en su revista tiene como objetivo “estimar la validez diagnóstica de la PAAF percutánea guiada por TC para la detección de lesiones malignas en el mediastino”. El estudio suscita interés y demuestra en una serie de 126 pacientes, sin grupo control, que se trata de una técnica viable, bastante segura y con buena rentabilidad diagnóstica (sensibilidad del 95%). Los autores concluyen que la técnica “debería ser considerada como procedimiento diagnóstico de primera elección ante la sospecha de lesiones mediastínicas malignas, dejando técnicas más agresivas como las endoscópicas para aquellos casos difíciles”. Sin embargo, creemos que los resultados del estudio no son suficientes para poder alcanzar dicha conclusión.
En primer lugar, se trata de una serie de pacientes seleccionados, sin grupo control comparativo con otras técnicas, que constituyen una población diferente a los estudios realizados mediante endoscopia2,3, por lo que los resultados no son comparables. En este sentido sería necesario un diseño de ensayo clínico con grupo control y que incluyese variables como el tipo y la localización de la lesión mediastínica, factores de riesgo (enfisema, etc.), exposición radiológica y coste-eficacia. Con estos datos sí se podrían establecer grupos de pacientes y el orden de elección del procedimiento más indicado en cada caso.
En segundo término, una consideración respecto a la agresividad de las pruebas. Aplicando una metodología adecuada, la broncoscopia flexible permite explorar el árbol bronquial y obtener muestras de lesiones mediastínicas próximas a este de manera eficaz y segura, sin existir apenas contraindicaciones. Estudios recientes que utilizan escalas con variables de dolor y malestar demuestran que es una prueba muy bien tolerada por la mayoría de los pacientes4. Por lo tanto, la broncoscopia actualmente puede considerarse como una técnica poco invasiva. En el presente estudio no se analiza este aspecto ni se utiliza ninguna variable que permita evaluar y comparar la “agresividad” de los procedimientos. Por lo tanto, no se puede concluir relegando el papel de una u otra prueba en función de este criterio.
En resumen, creemos que los datos aportados son de gran interés y utilidad pero, como hemos justificado, no son suficientes para establecer el procedimiento diagnóstico de elección para el estudio de lesiones mediastínicas. Esto probablemente pase por escoger el más adecuado (broncoscopia, mediastinoscopia o TC-punción) en función de la localización de la lesión, sospecha etiológica y características del paciente.