En los últimos años, los trastornos respiratorios del sueño, y especialmente el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS), han ido generado un interés creciente en la comunidad médica. Así, todos los libros de medicina interna y las revistas especializadas dedican un espacio importante al SAHS. De hecho, una búsqueda en Medline (PubMed) con la palabra "sleep apnea" proporcionó 13.039 entradas, de las que 1.144 correspondieron al año 2004. Toda esta información ha facilitado el conocimiento de esta entidad entre los médicos y también entre la sociedad en su conjunto, la cual reclama su derecho a ser atendida con rapidez, obtener un diagnóstico preciso y recibir un tratamiento adecuado.
Diferentes estudios epidemiológicos llevados a cabo en Estados Unidos y en Europa han evidenciado que el SAHS es una enfermedad muy prevalente que afecta al 4-6% de los varones y al 2-4% de las mujeres en la población general adulta de edades medias1,2. Además, la prevalencia del SAHS aumenta claramente con la edad3. Por otra parte, se ha mostrado que el SAHS está asociado al deterioro de la calidad de vida4, la presencia de hipertensión arterial2,5,6, el desarrollo de enfermedades cardiovasculares7 y cerebrovasculares8, y está relacionado con la aparición de accidentes de tráfico9,10. Asimismo, se acepta un exceso de mortalidad asociada con el SAHS11,12. Por otra parte, se dispone de tratamientos eficaces. Por ello y considerando las complicaciones médicas del SAHS, así como las repercusiones sociolaborales y su negativo impacto en la calidad de vida y la supervivencia, se afirma que esta enfermedad es un problema de salud pública que obliga al médico a identificar a los pacientes subsidiarios de tratamiento14. Incluso en recientes estudios se ha demostrado que no diagnosticar y, por ende, no tratar a los pacientes con SAHS supone un consumo de recursos 2-3 veces mayor que el de la población sin SAHS15,16.
A pesar de todos estos datos sobre la relevancia del SAHS, los estudios realizados en los diferentes sectores de edad ponen de manifiesto que en España hay entre 1.200.000 y 2.150.000 sujetos con un SAHS relevante y, por tanto, subsidiarios de ser tratados17. No obstante, tan sólo se ha diagnosticado y tratado al 5-9% de esta población17. Por ello, estamos muy lejos de haber alcanzado una situación óptima. En cuanto a las unidades de sueño disponibles en España, aunque su número se ha triplicado en los últimos 9 años17-19, son insuficientes y no están adecuadamente dotadas para atender esta demanda creciente, con lo que se originan excesivas listas de espera que a veces llegan a 1 años o más antes de materializarse en la realización de una prueba de sueño20.
Este problema no afecta sólo a España. Así, el hecho de haber diagnosticado a menos del 10% de la población con SAHS también se ha comprobado en otros estudios americanos21 y, además, se ha reconocido que el problema de la accesibilidad diagnóstica es la clave para la solución de este proceso22. Por ello, en todo el mundo se han buscado alternativas diagnósticas diferentes de la polisomnografía convencional nocturna (PSG) que, aunque se la considera como la prueba de elección y de referencia, no está exenta de problemas, además de ser costosa, consumidora de elevados recursos y estar al alcance de pocos centros. Las principales alternativas a la PSG completa han sido los estudios polisomnográficos en noches partidas, los estudios de siestas para el diagnóstico e incluso las polisomnografías implementadas en el domicilio del paciente. Asimismo, la introducción de sistemas simplificados, como la poligrafía respiratoria (PR), tanto llevada a cabo en el hospital como en el domicilio de los pacientes, ha supuesto un abaratamiento de las pruebas pero, sobre todo, ha permitido descentralizar el diagnóstico de las unidades de referencia, habitualmente saturadas, y ha facilitado el acceso diagnóstico a centros más pequeños que utilizan sobre todo la PR. De esta manera, en "coordinación" con las unidades de referencia para los casos más difíciles o dudosos, se intenta crear una red de diagnóstico para el SAHS. Por otra parte, la aplicación de estudios de PR en el domicilio ha supuesto un indudable cambio en nuestra forma de diagnosticar, ya que ha logrado acercar el hospital al hogar del paciente y ha abaratado los costes del proceso. Sin embargo, es necesario insistir que la introducción de cualquier sistema diagnóstico debe ser validada adecuadamente, lo que no ha ocurrido en la mayoría de las ocasiones. Por otra parte, la descentralización del proceso diagnóstico no sirve si no va acompañada de una apropiada formación del personal y una suficiente coordinación con las unidades de sueño. De no plantearse en estos términos, los efectos serían impredecibles y causarían más daño que el beneficio que se pretende conseguir.
En este documento definiremos el problema y su fisiopatología, describiremos los métodos diagnósticos disponibles, sus ventajas e inconvenientes, y sus posibles alternativas. Asimismo, intentaremos trazar una expectativa de futuro que facilite el diagnóstico del SAHS a la mayoría de los pacientes que lo necesitan. También hablaremos del tratamiento en sus diferentes variantes y posibilidades futuras. Se tratará el tema del SAHS en la población infantil, su diagnóstico y su tratamiento, así como algunos aspectos relevantes, como el SAHS y la siniestralidad laboral, doméstica y de tráfico. Finalmente, se tratará el tema del SAHS y el riesgo anestésico.