Analizar la utilización y calidad de la espirometría por parte de atención primaria en Navarra.
Pacientes y métodosSe realizó una encuesta simultánea a los profesionales responsables de las espirometrías de todos los centros de salud (CS) de Navarra recogiendo datos sobre la disponibilidad, modelo de espirómetro, frecuencia de realización, calibración, metodología, personal encargado de las pruebas y su preparación. Posteriormente a 171 pacientes, a los que se había realizado una espirometría basal sin prueba de broncodilatación en su CS, se les repitió la prueba el mismo día en el laboratorio de neumología; a la hora de la inclusión de los datos, 2 neumólogos supervisaron todas las espirometrías y valoraron conjuntamente la aceptabilidad de las curvas flujo-volumen. La calidad de las espirometrías se determinó siguiendo las recomendaciones de la American Thoracic Society y la interpretación de éstas según los criterios de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
ResultadosEl 90,9% de los CS de nuestra comunidad disponía de espirómetros y el 22% de ellos no los utilizaba nunca. Sólo 2 CS realizaban entre 10 y 20 espirometrías a la semana y ninguno más de 20. El 96% de los centros de atención primaria no calibraba de forma reglada los aparatos y el 51,2% de los profesionales que realizaban las espirometrías no eran fijos, con 10 h de media de aprendizaje supervisado. Se detectaron diferencias estadísticamente significativas al comparar las medias de los valores de la capacidad vital forzada y del volumen espiratorio forzado en el primer segundo obtenidos en atención primaria y en la consulta de neumología (p<0,0001 y p=0,0002, respectivamente); también fueron significativas las diferencias encontradas en la realización de las curvas flujo-volumen entre los 2 niveles asistenciales, tanto en su inicio como en su pendiente o en su finalización. Se pudo comprobar, en un 76% de los casos para la capacidad vital forzada y en un 39,7% para el volumen espiratorio forzado en el primer segundo, un incumplimiento de los criterios de reproducibilidad recomendados por la American Thoracic Society. Se realizaron diagnósticos funcionales erróneos en el 39,7% de las espirometrías, con una tendencia a diagnosticar patrones falsamente “restrictivos” y a clasificar inadecuadamente la gravedad de la obstrucción en atención primaria.
ConclusionesPese a que la mayoría de los CS de nuestra comunidad dispone de espirómetros, hemos observado una acusada infrautilización de éstos, un escaso seguimiento de las recomendaciones para la realización de la espirometría por parte de atención primaria y escasa calidad de la efectuada en este medio asistencial.
To analyze the use and quality of spirometry in primary care settings in Navarre, Spain.
Patients and methodsA questionnaire was completed simultaneously by professionals responsible for spirometry in all of the primary health care centers in Navarre. Data were collected on availability, model of spirometer, frequency of use, calibration, methods, personnel responsible for testing, and training of personnel. Then, baseline spirometry without a bronchodilator test was performed in 171 patients in their primary health care center and then the test was repeated on the same day in a hospital pneumology department. Spirometry was supervised by 2 pneumologists who jointly assessed the acceptability of the flow-volume curves. The quality of spirometry was assessed according to the recommendations of the American Thoracic Society and the interpretation of spirometry results according to the criteria of the Spanish Society of Pulmonology and Thoracic Surgery (SEPAR).
ResultsA total of 90.9% of primary health care centers in Navarre have a spirometer, although 22% of those spirometers have never been used. Only 2 centers performed between 10 and 20 spirometry tests per week and none performed more than 20. In 96% of primary health care centers the spirometers were not regularly calibrated. The professionals who performed spirometry were not dedicated for that task in 51.2% of cases, and the mean period of supervised training was 10 hours. When comparisons were made between the mean values obtained in the primary care centers and the pneumology department, statistically significant differences were detected for forced vital capacity (P<.0001) and forced expiratory volume in the first second (P=.0002). Significant differences were also found between the flowvolume curves performed in the 2 different care settings for the initial and end portions of the curve as well as for the slope. The criteria for reproducibility recommended by the American Thoracic Society were not met in 76% of cases for forced vital capacity and 39.7% of cases for forced expiratory volume in the first second. Incorrect functional diagnosis occurred in 39.7% of spirometry tests and there was a tendency in the primary care settings to falsely diagnose patterns as restrictive and to inadequately classify the severity of obstruction.
ConclusionsDespite the fact that spirometers are available in the majority of primary health care centers in Navarre, we found a marked underuse of these devices and little compliance with recommendations for the use of spirometry. Furthermore, the quality of the measurements performed in this care setting was very low.