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Vol. 41. Issue 12.
Pages 703 (December 2005)
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Pages 703 (December 2005)
In Memoriam
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Francisco Rodríguez Panadero
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El 10 de noviembre de 2005 falleció Julio López Mejías por rotura de un aneurisma aórtico. Lúcido y en plena forma física y mental hasta el día anterior, murió en el hospital donde trabajó durante tantos años, donde creó una gran escuela de neumología que ya cuenta con varias generaciones, y de la que han salido muchos de los actuales jefes de servicio de neumología de Andalucía.

Bajo su aspecto a veces severo y en ocasiones seco se escondía un hombre tímido, tierno en su corazón y chispeante en su diálogo, sobre todo "en las distancias cortas", cuando se tenía la oportunidad de hablar con él distendidamente y en pequeños grupos.

El día siguiente al de su muerte, su hija me entregó unos folios escritos por él en su ordenador (¡qué gran idea introducir su saber en esta tecnología cuando ya se había jubilado y tenía tanto tiempo libre para llenar!) y que él había archivado como "Mis ideas.doc". En esos folios exponía --cuidadosamente analizadas y llenas de observaciones perspicaces y sus correspondientes referencias bibliográficas-- 19 "ideas neumológicas" que habían bullido en su cabeza durante muchos años, referentes a fisiopatología pulmonar y pleural, asma (su gran afición) y broncología. No es el momento ni el lugar para entrar en esos temas, pero sí de contar algo sobre la Introducción con que se adentraba en estas reflexiones: como pidiendo disculpas, Julio explicaba las razones que le movían a plasmar todo eso en el papel. Literalmente decía:

"...Tengo mucho que reprocharme. Por una parte el que no he tratado de traducir lo que he pensado en un trabajo sistemático de investigación, lo que quiere decir que muchas ideas se han quedado en el terreno de las hipótesis no comprobadas, en el limbo de las buenas intenciones. Por otra, el que en las que he avanzado algo más, en las que he publicado, no he tenido la constancia de seguir de forma sistemática todos los caminos que se podrían haber seguido hasta conseguir una especie de doctrina coherente." Éste era Julio, un maestro humilde y profundo, colosal en su erudición, siempre ávido por profundizar en la verdad y siempre insatisfecho consigo mismo por lo que consideraba sus pobres logros científicos.

A modo de testamento intelectual, concluía su introducción lanzando su última recomendación para los que quisieran escucharlo: "...Si mi pesar por no haber hecho lo que debía pudiera servir a alguien, lo resumiría diciendo que si creemos tener alguna idea o hasta una posible hipótesis, no debemos quedarnos en su simple exposición, sino que debemos meditarla y comprobarla una y otra vez e insistir en ella, mostrando a nosotros mismos y a los demás los diversos aspectos que se contienen en ella, muchas veces para desecharla". Finalmente decía "Sería gratificante para mí el que alguien desarrollara alguna de estas ideas. Claro está que pudiera suceder que nadie las compartiera o que incluso las considerase sin realidad ni perspectivas."

Así era Julio López Mejías. Un maestro y un amigo, y así quisiéramos recordarlo quienes tuvimos la enorme suerte de cruzarnos con él en nuestras vidas. Descanse en paz.

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