Sr. Director: En la actualidad no existe ninguna duda del coste-efectividad de los tratamientos disponibles para ayudar a dejar de fumar, tratamientos que deben emplearse en todo fumador que quiera abandonar el consumo de tabaco (evidencia A)1. No se entiende que en un Sistema Nacional de Salud (SNS) como el español, que está basado en unos criterios básicos de equidad (igualdad), calidad, solidaridad (universalidad) y cohesión, y cuyo catálogo de prestaciones tiene por objeto garantizar las condiciones básicas y comunes para una atención integral, continuada y en el nivel adecuado, no incluya la financiación del tratamiento del tabaquismo (no olvidemos que éste está reconocido como enfermedad crónica). Por lo tanto, la cuestión es si en la actualidad disponemos de alguna evidencia científica de que la financiación del tratamiento del tabaquismo por parte de un SNS mejora los resultados finales de abstinencia.
En los últimos años algunos trabajos han evaluado este aspecto del tratamiento del tabaquismo. Kaper et al2, en un metaanálisis cuyo objetivo principal fue analizar el efecto sobre la abstinencia final de una intervención financiada a través del SNS, encuentran cierta evidencia de que la financiación directa a los fumadores, completa y total, puede incrementar las tasas de abstinencia con un relativo bajo coste al compararla con una cobertura parcial o sin ella. El mismo grupo de autores3, en un estudio aleatorizado y controlado, en el que asignaban a los fumadores a un grupo de intervención se les ofrecía el pago del tratamiento (tratamiento sustitutivo, bupropión y psicoterapia conductual) o a un grupo control (sin reembolso del tratamiento), concluía que la financiación del tratamiento del tabaquismo parece eficaz al incrementar su utilización, pues se doblan las tasas de abstinencia a los 6 meses, aunque se precisan más trabajos, con un diseño serio, que puedan confirmar estos hallazgos. Por su parte, West et al4, al analizar el impacto de unas medidas sanitarias en que se facilitaba el acceso de los fumadores al tratamiento farmacológico del tabaquismo, que incluía el reembolso del precio del medicamento por parte del SNS del Reino Unido, y además se facilitaba su venta fuera, en las farmacias, encontraron que el reembolso del tratamiento sustitutivo y del bupropión aumentaba considerablemente su consumo, doblando las tasas de uso previas (desde un 8-9% en 1999 al 17% en el año 2002), medida que podía tener un importante impacto en la salud pública. Petersen et al5, en un trabajo cuyo objetivo era evaluar si diferentes niveles de prestación de servicios para ayudar a dejar de fumar a embarazadas prestación completa (incluía tratamiento farmacológico y psicológico), parcial (tratamiento farmacológico o psicológico) o sin prestación influían en las tasas de cesación durante y después del embarazo. Los autores encuentran que altos niveles de cobertura sanitaria se asocian con mejores tasas de abstinencia en la gestación y con el mantenimiento de la cesación después del parto; en ambos casos, las posibilidades de dejar el consumo fueron 1,6 veces mayores. Por último, Cummings et al6, que valoraron la eficacia de una intervención que incluía la entrega de tratamiento sustitutivo de forma gratuita a un grupo de fumadores, observaron mejores tasas finales de abstinencia en ellos, comparados con el grupo control, por lo que concluyeron que la entrega de medicación para ayudar a dejar de fumar es coste-efectiva, ya que aumenta el número de fumadores que intentan y consiguen dejarlo.
En el momento actual existe, por lo tanto, cierta evidencia científica de que la financiación del tratamiento del tabaquismo podría incrementar las tasas de abstinencia. Es necesario, por ello, el diseño de trabajos nacionales que confirmen los datos aquí presentados y sensibilicen a nuestras autoridades sanitarias de que la financiación de los tratamientos para ayudar a dejar de fumar podría mejorar los resultados de cesación.