Llegada la pandemia gripal, la mayoría de los fallecimientos serán consecuencia de una sobreinfección bacteriana, y el Streptococcus pneumoniae será la bacteria más frecuentemente aislada. Esta aseveración no es gratuita ni novedosa1. La gran diferencia de esta pandemia y las anteriores es precisamente la disponibilidad de vacunas frente al neumococo y, en particular, de la vacuna antineumocócica conjugada. Posiblemente, la vacunación universal frente a neumococo es la medida más eficaz y eficiente que en el momento actual podemos tomar en la preparación contra la pandemia por la gripe A (H1N1), más aún mientras la vacuna antigripal específica no esté disponible de forma amplia.
Si bien el virus de la gripe A por si solo puede llegar a ser letal, es su combinación con una infección bacteriana secundaria lo que verdaderamente lo hace mortal. Prácticamente, en todas las series publicadas, el S. pneumoniae es el agente infeccioso más común de la neumonía bacteriana secundaria, presente hasta en el 25–75% de los casos1. La neumonía neumocócica grave asociada con la gripe estacional también es conocida. La mayoría de los 40 millones de fallecimientos relacionados con la gripe de 1918 fueron debidos a neumonías bacterianas y, con la metodología entonces disponible, se aislaba neumococo en sangre hasta en la mitad de las víctimas por neumonía por virus influenza1. También, el tiempo desde el inicio de los síntomas gripales hasta la muerte –una mediana de aproximadamente 10 días– coincide con el tiempo que transcurre hasta la muerte por una sobreinfección bacteriana, específicamente, una neumonía neumocócica bacteriémica1. Datos preliminares recogidos desde el inicio de la pandemia en los Estados Unidos –donde la vacunación antineumocócica es universal desde el año 2001– muestran que la mayoría (80%) de las muertes pediátricas por gripe A registradas han acontecido en niños mayores de 5 años –donde la enfermedad neumocócica invasora es menos frecuente–; sin embargo, en el 43% de los casos en los que existe recogida de cultivos se ha documentado sobreinfección bacteriana, y el S. pneumoniae ha supuesto el 30% de los aislamientos2. Más recientemente, el CDC refería la identificación de sobreinfección bacteriana en un tercio de los estudios autópsicos, siendo la mitad de las veces un S. pneumoniae el microorganismo identificado3. Las series más recientes publicadas sobre la gripe A documentan la sobreinfección bacteriana entre un 20% (Australia) y un 33% (Estados Unidos y Canadá) de los casos ingresados en Cuidados Intensivos4,5. Estas cifras son muy significativas, más aún si tenemos en consideración que en todas las series publicadas, la gran mayoría de los pacientes ingresados por gripe A reciben antibioterapia empírica de forma precoz, lo que puede haber disminuido significativamente la sensibilidad de los cultivos.
Disponemos de una vacuna antineumocócica conjugada heptavalente (y de forma inminente se incorporarán 2 nuevas vacunas antineumocócicas conjugadas con 10 y 13 serotipos), cuya eficacia, seguridad y efectividad están plenamente contrastadas6. Entre sus cualidades figura la capacidad de prevenir la neumonía neumocócica, tanto invasora como no invasora6. Grijalva et al estimaron que, globalmente, la vacuna heptavalente podría reducir la tasa de ingresos por neumonía de cualquier etiología en niños menores de 2 años en un 40% (en un 65%, los producidos específicamente por neumococo)6. Más recientemente, se publicaba que la vacunación antineumocócica en niños –principales reservorios y difusores de los virus gripales –era capaz de disminuir un 31% las neumonías por virus respiratorios6. Otro trabajo realizado con una vacuna conjugada antineumocócica demostró no solo que era capaz de prevenir la neumonía neumocócica secundaria en niños sino que, además, los niños que recibieron la vacuna antineumocócica experimentaron un 45% menos de hospitalizaciones por infección por virus gripal (confirmada por laboratorio) que los niños que recibieron placebo1. A esto hay que añadir que la vacunación universal infantil confiere protección indirecta a los sujetos no vacunados (inmunidad colectiva o de rebaño)6, hasta tal punto que probablemente la vacunación infantil heptavalente ejerce una protección mayor sobre los mayores de 65 años que la propia vacunación en este segmento de edad con la vacuna antineumocócica polisacárida 23-valente.
En el momento actual, en nuestro país en el calendario interterritorial solo se recoge la recomendación de vacunar frente al neumococo, con la conjugada heptavalente, a niños menores de 5 años de alto riesgo y, con la polisacárida 23-valente, a los ancianos mayores de 65 años. La vacunación infantil universal con la vacuna conjugada antineumocócica heptavalente, recomendada por la Organización Mundial de la Salud, y presente en la mayoría de los calendarios vacunales de nuestro entorno europeo, en España únicamente es gratuita para los niños de la Comunidad Autónoma de Madrid, a pesar de las recomendaciones internacionales y también nacionales (a través del Comité Asesor Vacunal de la Asociación Española de Pediatría). En otras palabras, es probable que la morbimortalidad por gripe A (H1N1) en la Comunidad Autónoma de Madrid sea inferior a la del resto de España gracias a la vacunación antineumocócica conjugada universal.
Conflicto de interesesEl Dr. F. Martinón-Torres ha recibido becas de viajes y/o honorarios por conferencias y/o consultorías de GSK, Wyeth, Novartis, Sanofi Pasteur MSD y Medimmune.