Hemos leído con detalle la carta publicada por Martínez-Girón et al. con el título «¿Lophomonas o células epiteliales cilidas?1», donde se cuestiona la evidencia de los hallazgos de los parásitos flagelados encontrados en las muestras de los pacientes a partir de muestras de broncoscopias.
Es cierto que no es común encontrar este tipo de protozoos en las muestras de lavados bronquiales y también lo es que pueden pasar desapercibidas debido a la falta de experticia del microscopista, al ser confundidas fácilmente con células ciliadas pertenecientes al árbol bronquial. Hasta el momento no existen medios de cultivos específicos, pero hay técnicas moleculares para confirmar la lofomoniasis publicadas por Fakhar et al. en el 20192.
Nosotros reportamos la presencia de Lophomona sp. en muestras de pacientes utilizando la técnica en montaje húmedo con amplitud de 400x poscentrifugación y su posterior tinción con Giemsa. Esto sirvió para distinguir entre células respiratorias ciliadas y el protozoo y, además, para analizar varias características morfológicas propias del parásito, que incluyen su forma redondeada u ovoide (20-60mm de largo por 12-20mm de ancho); el doble mechón de flagelos en el extremo anterior; la ausencia de barra terminal y cierta plasticidad del citoplasma. También sirvió para detectar la presencia de gránulos gruesos y de algunas vacuolas junto a su núcleo poco visible y su principal característica: los movimientos asincrónicos que generan movimientos vibratorios, rotatorios y giratorios en el citoplasma del protozoario (fig. 1).
Estas características las distinguen de las células ciliadas del árbol traqueobronquial, que se caracterizan por tener un citoplasma basófilo, un extremo basal de inserción cónico, afilado y un extremo apical con refuerzo en el borde que corresponde a la barra terminal desde donde se desprende el haz de cilias. El núcleo es central, redondo u oval con cromatina fina y puede verse un nucléolo discreto3,4.
Martínez-Girón et al. también mencionan que quizá se confundieron con la presencia del fenómeno llamado ciliocitoftoria, que se define como un proceso degenerativo de las células ciliadas como consecuencia de infecciones virales y que se caracteriza por cambios morfológicos típicos. Nuestros pacientes diagnosticados de lofomoniasis, como se describe en nuestro artículo Pinos et al., no presentaban ningún proceso viral diagnosticado en ese momento ni se encontraron hallazgos de carcinomas, que es típico en estos fenómenos5.
Es cierto que no se puede distinguir la especie de Lophomonas sp. mediante el montaje en fresco, pero acompañar de tinciones como la de Giemsa y observar las características internas propias de protozoos ayuda a distinguir de las células ciliadas.