En México continúa en aumento el número de pacientes que reciben terapias para bloquear al factor de la necrosis tumoral (FNT). Se reporta el caso de un varón, mexicano de 32 años de edad, con antecedentes de artritis reumatoide, para la cual recibió tratamiento durante 3 meses con metotrexate, ácido fólico, hidroxicloroquina y diclofenaco. Como mantuvo actividad de la enfermedad se decidió añadir infliximab (3mg/kg vía endovenosa 0, 2 y 6 semanas, y luego cada 8 semanas), previa realización de una prueba cutánea de respuesta a la tuberculina y radiografía pulmonar que fueron negativas para sospecha de tuberculosis latente. Estos 2 aspectos junto a la no existencia de criterios de inmunosupresión en el paciente, y el no referirse contacto con pacientes con tuberculosis se tuvieron en cuenta para no realizar profilaxis con isoniazida. Al término de 7 infusiones de infliximab, se traslada a Nueva Zelanda, y acude a consulta 15 días después por padecer fiebre 39 °C con escalofríos de predominio nocturno, de 5 días de evolución, acompañado de dolor y distensión abdominal, estreñimiento moderado y sensación de saciedad. La tomografía abdominal mostró una ascitis extensa, engrosamientos nodulares en la serosa, y pequeñas adenopatías mesentéricas que exigieron hacer el diagnóstico diferencial con carcinomatosis peritoneal y linfoma. La tomografía de tórax mostró pequeño derrame pleural derecho. Se obtuvo líquido ascítico por punción abdominal, y se incubó durante 2 semanas en medio Mycobacterial Growth Indicator Tube (MGIT), al término de las cuales creció un microorganismo auramina negativo perteneciente al complejo M. tuberculosis (antígeno MPT64 positivo) que luego fue identificado por reacción en cadena de la polimerasa como Mycobacterium bovis (M. bovis), el cual fue resistente a pirazinamida. La determinación de QuantiFERON®-TB Gold fue positiva, y la de adenosindesaminasa en contenido ascítico mostró 66,3U/l. El paciente mejoró luego de 2 meses de tratamiento con isoniazida, rifampicina y etambutol, y 7 meses con rifampicina e isoniazida, actualmente no tiene criterios de tuberculosis activa.
Se ha asociado la ingestión de leche de vaca contaminada no pasteurizada con la infección por M. bovis en humanos1, y se ha propuesto que en la mayoría de los casos, la tuberculosis peritoneal aparece como resultado de la diseminación hematógena de una infección latente2.
Existe un importante subregistro de tuberculosis en América Latina3. Se ha referido que el 10% de los casos de micobacteriosis en mexicanos con inmunodeficiencias, que reciben atención en un hospital de tercer nivel, son atribuibles a M. bovis4. Un estudio epidemiológico reciente5 demostró que el número de casos de tuberculosis atribuibles a M. bovis en California, Estados Unidos, aumentó del 3,4 al 5,4% del año 2003 al año 2011. Es llamativo en este estudio que los niños en que se demostró infección por M. bovis entre los años 2010 y 2011 tenían uno o más padres o cuidadores nacidos en México5.
Es necesario estudiar la prevalencia de infección por M. bovis en mexicanos vulnerables, identificar los riesgos relacionados y considerar estos riesgos a la hora de decidir el uso de terapias anti-FNT.
Expreso mis agradecimientos al equipo tratante del Hospital General de Wellington, Nueva Zelanda, y en particular al Dr. Alexis Frangouiles, clínico tratante en esta institución, a la Dra. Ketna Parekh, reumatóloga, y a los doctores Timothy Blackmore y James Taylor (infectología). También agradezco al paciente por su interés en la divulgación de su caso con fines médico-epidemiológicos.