Hemos leído con agrado el artículo «Prevalencia y mortalidad de los pacientes con necesidades paliativas en una planta de Neumología», de los autores Eva Tabernero Huguet et al.1.
A pesar de la dificultad que puede entrañar identificar situaciones de final de vida en los pacientes con EPOC, dadas las múltiples exacerbaciones de las que los pacientes salen con éxito durante la trayectoria de su enfermedad, creemos necesario un esfuerzo para identificar la necesidad de cuidados paliativos más allá de los pacientes oncológicos. Estamos de acuerdo con los autores en la necesidad de extender el conocimiento de la medicina paliativa a los profesionales que tratan enfermedades crónicas, puesto que en la gran mayoría de nuestros hospitales la disponibilidad de los equipos de paliación es limitada, resultando imposible dar respuesta a todos los pacientes que lo requieren.
Los autores reflejan la ausencia de diferencias en mortalidad entre pacientes oncológicos y no oncológicos, dato de gran importancia, pero más allá de ese significativo dato, es sabido que los pacientes con EPOC avanzada presentan una carga sintomática semejante a la que pueden presentar los pacientes oncológicos2 y que por tanto se beneficiarían de que sus médicos especialistas se familiaricen con la paliación no oncológica, modificando la percepción de la muerte como fracaso.
Aplaudimos la iniciativa de los autores de reconocer la necesidad de formación en el ámbito de la paliación, en una enfermedad como la EPOC que resulta un paradigma de cronicidad; este hecho posiblemente derivará en una mejor atención a los pacientes, una mejor calidad asistencial y mejor comunicación con los pacientes y sus familias en situaciones de final de vida.
El instrumento NECPAL3 es una herramienta de cribado de pacientes con necesidades paliativas, pero para poder responder adecuadamente a la pregunta sorpresa debemos mejorar el conocimiento de los factores pronóstico. Dentro del perfil de paciente EPOC que podría fallecer en 6-12 meses se incluyen la edad avanzada, la escasa actividad física, el alto consumo de recursos sanitarios4 y la afectación del estado general medido por comorbilidades y BODE≥7. Además sabemos que la dependencia es un factor que puede predecir la mortalidad de manera más fiable que índices como el Charlson5.
En la muestra que presentan los autores la edad media es de 76 años y la multimorbilidad no despreciable (>2 enfermedades crónicas: 76 sí), por lo que resulta obligado calcular un índice de Barthel y realizar una valoración geriátrica que permita un diagnóstico situacional y contemple síndromes geriátricos con intención de ayudar a reconocer necesidades paliativas de los pacientes.
Finalmente cabe decir que el criterio fundamental para iniciar cuidados paliativos será la refractariedad de síntomas al tratamiento habitual, ajustado a las preferencias del paciente, quedando en un segundo plano las estimaciones de supervivencia.
Nuestra población, cada vez más envejecida y pluripatológica, obliga a cambiar la mirada hacia los pacientes con enfermedades crónicas como la EPOC avanzada, dirigiéndonos hacia una medicina centrada en el paciente y sus necesidades y no en su esperanza de vida.