Algunos datos indican la posibilidad de que exista una relación causal entre la exposición al asbesto y la aparición de un trastorno linfoproliferativo1,2. Comunicamos el caso de un paciente con antecedentes de importante exposición al asbesto que presentó un linfoma no Hodgkin.
En enero de 2011, un varón de 86 años de edad ingresó en un hospital general por presentar disnea, fatiga y pérdida de peso. La radiología de tórax había mostrado la presencia de un derrame pleural izquierdo. Los antecedentes patológicos del paciente incluían resección gástrica por úlcera péptica en 1950, prótesis valvular aórtica en 2008 y polipectomía colónica en 2010. El paciente había trabajado 14 años como carpintero naval en distintos astilleros de Trieste y 4 años como mecánico en una refinería de petróleo. La TC torácica mostró el derrame pleural izquierdo y engrosamiento pleural bilateral con calcificaciones. Debido a la edad del paciente, no se efectuó una toracoscopia. En junio de 2012, la radiología de tórax reveló una opacidad apical en el pulmón derecho. Un mes más tarde, dicha opacidad afectaba a la parte superior derecha del mediastino. El paciente falleció en ese mismo mes con el diagnóstico de insuficiencia respiratoria aguda y probable neoplasia pleural. La necropsia reveló un derrame pleural derecho. La pleura parietal derecha presentaba grandes placas y nódulos neoplásicos blanquecinos, y de consistencia blanda. Se observaron nódulos similares en la superficie del pulmón derecho, sin infiltración del parénquima, y en el pericardio. El pulmón izquierdo mostró atelectasias en el lóbulo inferior y edema marcado en el lóbulo superior, y el derrame pleural izquierdo no pudo visualizarse. Se observó un aumento del tamaño de los ganglios linfáticos mediastínicos, con masas similares a las observadas en el pulmón derecho. El examen histológico reveló la presencia de capas de células linfoides pequeñas y grandes en la pleura y pulmón derechos, y en los ganglios linfáticos. Las pruebas inmunohistoquímicas (CD20, CD3, CD56, CK Ae1-Ae3, sinaptofisina) fueron compatibles con linfoma no Hodgkin de células B. La asbestosis afectaba a ambos pulmones y, tras digestión química del tejido pulmonar por el método de Smith y Naylor3, se aisló una gran cantidad de partículas de asbesto (57.000 partículas por gramo de tejido seco).
En este paciente con antecedentes de importante exposición al asbesto y enfermedad pleural, no se realizó un diagnóstico definido. El caso muestra similitudes con el descrito por Parisio et al.4. Diferentes estudios han explorado la posible relación entre la exposición al asbesto y el linfoma no Hodgkin, o el cáncer hematopoyético en general1,2,4. En concreto, la asociación entre linfoma no Hodgkin y mesotelioma relacionado con el asbesto no parece ser excepcional1. En un reciente estudio de una amplia serie de más de 3.600 casos de mesoltelioma2, se constataron 45 neoplasias hematopoyéticas malignas. Aunque el papel de la radiación en la génesis del mesotelioma es plausible en estos pacientes previamente sometidos a radioterapia, la mayoría de pacientes con linfoma no Hodgkin no habían recibido radioterapia.
Distintos elementos indican que podría existir relación entre el asbesto y el linfoma no Hodgkin. En primer lugar, la prevalencia relativamente alta de la asociación entre mesotelioma y linfoma (2 enfermedades poco frecuentes en la población general) es difícil de atribuir al azar. En segundo lugar, el hecho de que se haya notificado el diagnóstico de linfoma extraganglionar (una variedad observada especialmente en sujetos inmunodeprimidos) en repetidas ocasiones1. Por último, los efectos reconocidos del asbesto sobre los mecanismos inmunológicos5 hacen pensar que la relación entre asbesto y linfoma tiene una base sólida y plausible desde un punto de vista biológico.
Conflicto de interesesEl autor Claudio Bianchi, ha aportado información científica en causas judiciales, penales o civiles, relacionadas con las asbestosis, actuando como experto, tanto para el tribunal como para el demandante.