Hemos leído con interés la carta científica escrita por Pino et al.1 sobre infección pulmonar por Lophomonas blattarum (LB) y publicada recientemente en su revista.
En el mencionado trabajo los autores exponen 6 casos de infección pulmonar supuestamente provocados por este protozoo multiflagelado, con respuesta terapéutica positiva al metronidazol después de fracasar tratamiento empírico con antibióticos.
La infección broncopulmonar por LB es bastante rara, y aunque hay numerosos casos descritos en la literatura, la confusión del protozoo con células epiteliales bronquiales o restos de ellas con únicamente la presencia de una parte de sus citoplasmas y cilios adosados a ellos y dotados de movilidad, fenómeno conocido como cilicytophthoria, es mucho más alta de lo esperado2.
Criterios morfológicos utilizando diversos métodos de tinción han permitido identificar dicho protozoo3. Además, recientemente técnicas de biología molecular han permitido descifrar su secuencia genética4.
LB es un comensal observado en el intestino de las cucarachas en forma de trofozoíto5, y también en forma de quistes en las heces de estas, los cuales los hacen resistentes ante condiciones ambientales adversas. Ello hace suponer que la inhalación de tales partículas fecales conteniendo quistes del protozoo sea la ruta de entrada de dicho microorganismo en las vías respiratorias6. Dentro del árbol respiratorio, los quistes de LB bajo condiciones favorables de humedad y temperatura liberan a las formas trofozoíticas.
Habitualmente, la infección por LB se observa como una bronconeumonía con tos productiva, fiebre y disnea que no responde a la terapéutica antibiótica habitual, siendo las imágenes radiológicas inespecíficas.
El tratamiento con metronidazol parece resolver la mayoría de los cuadros clínicos, haciendo pensar que una determinada infección respiratoria con clínica sugestiva y que no responde a terapéutica antibiótica convencional pueda ser causada por LB. No obstante, es importante señalar la efectividad del metronidazol frente a gérmenes gramnegativos y anaerobios, por lo que los cultivos y el antibiograma son imprescindibles.
En la figura que aportan los autores, perteneciente a una lobectomía inferior izquierda, muestran lo que ellos consideran la presencia de LB.
A nuestro entender, la imagen proporcionada es más compatible con un pequeño grupo de células epiteliales ciliadas dispuestas en hilera. Los criterios en que nos basamos son: a) presencia de un núcleo redondeado, en posición basal, en las dos células situadas a la izquierda de la imagen; b) existencia de una clara placa terminal en la célula del centro, y c) disposición de cilios cortos, uniformes y de manera unidireccional en el extremo apical.
Para poder comparar mejor estos criterios morfológicos aportamos una imagen (fig. 1) en la que se observa a la izquierda de esta el fenómeno de la ciliocytophthoria, con restos de citoplasma y cilios bien conservados y orientados, anclados a la placa terminal. A la derecha del resto de citoplasma se aprecia lo que podría ser el núcleo de la célula ciliada. En la parte derecha de la imagen se observa una LB con forma piriforme y presencia de numerosos flagelos, los del centro de mayor longitud, y con una disposición irregular. No se observa la presencia de placa terminal pero sí un pequeño núcleo localizado en el polo apical, justo por debajo de la inserción flagelar.
Debido a que con la microscopia directa de muestras en fresco es fácil confundir este protozoo con células epiteliales ciliadas, aconsejamos utilizar técnicas de tinción específicas (tricrómico de Wheatley, Giemsa o Papanicolaou) para una mejor identificación. La inexistencia, en la actualidad, de un método de cultivo apropiado para este parásito podría ser suplida con técnicas de biología molecular.
FinanciaciónLa presente investigación no ha recibido ayudas específicas provenientes de agencias del sector público, sector comercial o entidades sin ánimo de lucro.
Conflicto de interesesLos autores declaran que no hay conflicto de intereses.