En 2009 se aprobó la Estrategia Nacional de EPOC1. Ya alcanzado 2020 este decálogo (tabla 1) va más allá de las guías y la complejidad del proceso y su situación, pues pretende identificar sus problemas y posibles soluciones en España, con un enfoque hacia la política sanitaria y las administraciones.
Decálogo de la EPOC
1. Es una enfermedad prevenible |
2. Tiene una elevada prevalencia |
3. Está infradiagnosticada y se trata de forma tardía |
4. Paradigma de cronicidad |
5. Supone un elevado consumo de recursos |
6. La atención sanitaria sigue siendo claramente mejorable |
7. Un nuevo modelo en la relación médico-paciente-cuidador |
8. La calidad asistencial es clave |
9. Requiere más investigación |
10. Necesita ser difundida en nuestra sociedad y que se potencie la formación de los profesionales |
La EPOC es una enfermedad prevenible y tratable2,3, y el tabaquismo es su principal causante en España. Las tendencias recientes de tabaquismo en mujeres y niños, además de los nuevos vapeadores y dispositivos de calentar el tabaco, generan nuevos desafíos. En España el tabaco causa la pérdida de un millón de años de vida cada año, y hay 28.766 muertes anuales por EPOC4. Sigue siendo muy prevalente, y EPISCAN II concluye que tienen EPOC el 11,8% de españoles de 40 o más años (14,6% hombres y 9,4% mujeres)5, y se está rejuveneciendo y feminizando6. Desgraciadamente, sigue infradiagnosticada y tratada de forma tardía. A pesar de los esfuerzos y recursos dedicados a implementar espirometría en atención primaria, el infradiagnóstico asciende al 74,7%6. EPISCAN II también confirma la denominada «paradoja española», pues el infradiagnóstico es mayor en mujeres7. Es la enfermedad paradigma de la cronicidad, progresiva e invalidante, con frecuentes manifestaciones extrapulmonares y comorbilidades. Además su prevalencia aumenta con la edad. Se hace necesario un abordaje integral y multidisciplinar e incorporar la perspectiva de género.
Supone un elevado consumo de recursos, que alcanza los 3.000 millones al año (0,2% del PIB). La partida más importante corresponde a los gastos hospitalarios, y un 15% de los pacientes consume el 80% de los recursos8. Ciertamente, su atención sanitaria es mejorable, destacando que no se realiza suficiente espirometría de calidad9, y son necesarias una enfermería de competencias avanzadas, una gestión integral del proceso10 y la priorización con indicadores de salud. Deben potenciarse alternativas a la hospitalización convencional11, como la atención domiciliaria y las nuevas tecnologías, con colaboración público-privada y la coordinación interinstitucional.
Creemos que debe cambiar la relación médico-paciente-cuidador en una verdadera «alianza terapéutica». Nuevas palabras clave en EPOC son autocuidado, adherencia, uso apropiado de recursos y potenciar las asociaciones de pacientes, y para ello la calidad asistencial es clave. Es necesario establecer una política científico-técnica de calidad, y las guías deben establecer estándares de calidad, garantizar un tratamiento personalizado y actualizarse regularmente.
No debe olvidarse potenciar la investigación traslacional en aspectos de prevención y atención integral. Finalmente, todos los agentes implicados debemos facilitar su difusión a la sociedad y entre los profesionales. La EPOC «cambia» y sigue siendo una gran desconocida12, pero debe ser más conocida13,14, y proponemos usar desde ya el acrónimo epoc en minúsculas para resaltar que es una enfermedad con mayúsculas.
En resumen, el paciente con epoc es un paciente «de primera» al que podemos ofrecer más cantidad y calidad de vida. Es necesario atajar el problema y sus causas de una manera más efectiva en esta nueva década, y quizás todos juntos podremos acabar con la epoc15.