Las hernias intercostales son un trastorno muy poco frecuente que se describe sobre todo en el contexto de un traumatismo o después de intervenciones de cirugía torácica1,2. Según su etiología, las hernias intercostales pueden clasificarse como adquiridas (traumáticas, espontáneas o patológicas) o congénitas2. Las hernias torácicas postoperatorias suelen ser consecuencia de un cierre inadecuado de la pared torácica2. Sin embargo, la mayor parte de los pacientes presentan una hernia pulmonar1,2, definida como una protrusión de tejido pulmonar que va más allá de los límites de la cavidad torácica3. En cambio, la protrusión de tejido blando hacia la cavidad pleural (hernia intercostal invertida) es extraordinariamente infrecuente1. Describimos aquí un caso de este tipo, resaltando lo observado en la tomografía computarizada multidetector (TCMD).
Una mujer de 45años fue ingresada con una clínica de 10días de dolor torácico en la parte posterior del lado derecho, sin otros síntomas asociados. Diez años antes se le había practicado una resección de la séptima costilla por un hemangioma costal. Se realizó una TCMD que reveló la presencia de una herniación en forma de lente convexa y una incarceración de tejido blando de la pared torácica posterior derecha (capa de grasa subcutánea y músculo romboides mayor) en la cavidad pleural a través de un espacio intercostal ampliado entre la sexta y la octava costillas (fig. 1). El cirujano torácico responsable del tratamiento optó por una toracotomía exploratoria a través de este interespacio, y en la intervención no se observó ninguna masa en la pared torácica. La incisión de toracotomía se cerró cuidadosamente con puntos fuertes para evitar una recidiva herniaria. La recuperación postoperatoria se desarrolló sin incidentes y la paciente fue dada de alta en estado asintomático.
TC axial (A) y sagital (B) con contraste, con reconstrucciones (C,D), en que se observa una herniación en forma de lente convexa y una incarceración de tejido blando de la pared posterior derecha del tórax (capa de grasa subcutánea y músculo romboides mayor) en la cavidad pleural a través del espacio ensanchado existente entre la sexta y la octava costillas.
La hernia intercostal invertida de tejido blando de la pared torácica es un trastorno extraordinariamente infrecuente1. Aunque sería de prever que la presión negativa existente en la cavidad pleural pudiera comportar una protrusión del tejido blando de la pared torácica hacia el interior de la cavidad pleural a través de un espacio intercostal ensanchado en los pacientes a los que se han practicado intervenciones de cirugía torácica1, se ha descrito que la tensión muscular en la pared torácica basta para evitar esa complicación1. Recientemente, Iwata et al.1 han descrito un caso de hernia intercostal invertida de tejido blando de la espalda que simulaba un tumor de crecimiento lento de la pared torácica en una mujer de 80años a la que se había practicado una toracotomía para tratar una lesión benigna 11años antes. En dicho caso, los autores atribuyeron la aparición de la herniación a la debilidad muscular progresiva causada por la edad de la paciente1. En nuestro caso, puesto que las manifestaciones clínicas de dolor torácico y el diagnóstico se produjeron 10años después de la cirugía torácica, el deterioro muscular progresivo es una posibilidad, aunque un cierre inadecuado de la pared torácica es también una hipótesis probable. Sin embargo, a diferencia del caso de Iwata et al.1, que se manifestó por una masa predominantemente hipodensa en la pared torácica observada en la TC, los hallazgos en la TC en nuestro caso fueron evidentes y mostraron claramente los componentes de la hernia (grasa subcutánea y músculo romboides mayor), por lo que el diagnóstico preoperatorio fue inequívoco.
FinanciaciónNinguna.
Conflicto de interesesLos autores no declaran ningún conflicto de intereses.