Desde que el reconocido pedagogo norteamericano Philip W. Jackson, en su libro La vida en las aulas, definiera el concepto de «currículum oculto», este término se ha llenado de contenido en los diferentes foros donde la docencia es el objetivo fundamental1. Podríamos decir que este denominado currículum oculto se ha puesto cada vez más al descubierto y que, de una manera más o menos organizada, se contempla entre los contenidos docentes, especialmente en las aulas de medicina. Tal es el caso de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca, donde de una manera programada, se imparten enseñanzas directamente relacionadas con este concepto2.
Aunque su contenido debería ser mucho más amplio y merecería toda una revisión, queremos destacar que diferentes profesionales médicos e investigadores, en algunos casos neumólogos, pero todos ellos con amplia experiencia docente, se mezclan en el día a día de la enseñanza teórica y práctica de la neumología en esta facultad. Se habla de las invariantes en el aprendizaje de la medicina, desde Hipócrates hasta nuestros días, del desafío que supone ejercer la medicina en la actualidad y en un futuro incierto, de cómo comunicar a un paciente el pronóstico de su enfermedad, especialmente en el caso del cáncer, de la mujer investigadora y de la dificultad añadida que esto supone, y todo ello coincidiendo con el desarrollo del programa oficial, mientras se habla de tabaco, neumonía, tuberculosis, cáncer de pulmón, asma o EPOC.
Es importante que los alumnos aprendan a escuchar a los pacientes. La presencia añadida en el aula de enfermos que explican a los alumnos el impacto de la enfermedad en sus vidas, junto a la invitación permanente a valorarles como personas, más allá de las enfermedades concretas que padezcan, es también una parte importante de la enseñanza médica, que debe mostrarse. En una época donde los cambios sociales son tan veloces, donde lo digital sustituye casi absolutamente a lo analógico, donde los valores deben ser permanentemente analizados, un suspiro de aire fresco en el contenido curricular debe ser explicado y aplaudido.
Estamos muy habituados a que los currículum de medicina estén elaborados pensando casi exclusivamente en los profesores que van a impartirlos y en su adecuación a los medios que se disponen, ya sean de aulas, laboratorios o de pacientes. Pocas veces se piensa en la realidad de los estudiantes, en su situación emocional, en su madurez intelectual, en sus conocimientos previos o en la realidad futura en la que deberán desempeñar su profesión. Sin embargo, no deberían ser ni unos ni otros, ni los profesores ni los alumnos, quienes guiaran la elaboración de los contenidos curriculares. Todo el programa de aprendizaje de una profesión como la sanitaria debería estar guiado por el tipo y las características de los enfermos que deberán atender cuando desarrollen su trabajo futuro. El profesor Ludwig W. Eichna, en un magnífico artículo publicado en The New England Journal of Medicine hace ya varios años3 nos recordaba esta obviedad. Sin embargo, hacer coincidir esto último, adaptando los programas a la realidad de las enfermedades presentes y futuras, con el pensamiento puesto en las necesidades pedagógicas y los medios a nuestra disposición, a la vez que utilizamos a los mejores profesores y profesionales para la docencia, es un objetivo difícil, aunque alcanzable, en el que deberíamos converger.
Independientemente de los déficits estructurales, de recursos humanos y tecnológicos, de los que todos somos corresponsables, es preciso emplear dosis elevadas de «entusiasmo docente» y buscar metodologías que, sin necesidad de bienes adicionales de los que no disponemos y, previsiblemente tardaremos en disponer, permitan optimizar aquello que sí está a nuestro alcance. Además, como miembros activos de la SEPAR y de la universidad, una vez más, reivindicamos el papel de los neumólogos en la enseñanza de la neumología. Deseamos que se impliquen en la docencia de grado, necesitamos en palabras del profesor Millán «algo tan sencillo de enunciar como difícil de llevar a cabo: profesar la profesión de profesor»4.
Estamos en un buen momento para incidir e incitar a nuestros compañeros a que se vinculen a las universidades, que ofrezcan lo mejor para empujar a nuestra especialidad hacia lugares más elevados. Contribuyamos a humanizar la enseñanza médica, huyamos de lo fácil, «pidamos lo imposible». Siempre una pregunta por contestar, siempre una meta por alcanzar, hasta el último suspiro que, por cierto, también es neumológico.