La Neumología ha sufrido una pérdida irreparable con el reciente fallecimiento del Dr. Richard Wayne Light. Nacido en Steamboat Springs (Colorado, EE.UU.) en 1942, se licenció en Medicina por la Universidad de Johns Hopkins en 1968. En 1972, siendo residente de Neumología en el Hospital Johns Hopkins, describió los criterios que le hicieron famoso, de uso rutinario para diferenciar exudados de trasudados pleurales, y con plena vigencia en la actualidad. Ese fue solo el comienzo de una larga y prolija trayectoria investigadora sobre las enfermedades de la pleura, su confesa pasión. Desarrolló la mayor parte de su labor en las Universidades de California y Vanderbilt (Nashville, TN). Su libro monográfico Pleural Diseases, editado por primera vez en 1983 y con seis reediciones posteriores, ha sido para muchos médicos un tónico y una inspiración. Rara vez se aúnan con tanta perfección el rigor científico y la sencillez en la redacción como en las publicaciones (más de 400) del Dr. Light. Participó activamente en multitud de proyectos editoriales de revistas médicas, siendo miembro destacado del Comité Asesor de Archivos de Bronconeumología. Dio conferencias en cerca de 60 países diferentes, y en todos su cortesía y su carisma generaron una admiración rayana a la idolatría. Tenaz trabajador, juntábanse en él el ingenio y la humildad, y lo que es más raro, un sentimiento de reconocimiento hacia el mérito ajeno. Gratificó siempre a sus amigos con buenos consejos, como sus célebres cinco claves para el éxito profesional: ser persistente, ser organizado, buscar situaciones de simbiosis (win to win), adaptarse al entorno y, la que él consideraba más importante, «dormir con la persona adecuada» (algo que no le faltó, en compañía de su amada esposa Judi). Recibió en vida numerosos reconocimientos, de entre los que se sintió especialmente orgulloso de su investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lleida en 2010, y de la que tuve el privilegio de pronunciar la Laudatio.
En los últimos años toleró las tribulaciones propias de la senectud y superó muchas veces el decaimiento eventual de su salud. Una accidental caída en casa, en definitiva el azar, ha segado una mente privilegiada. Conocí su modestia y quizás el reparo que le supondría tanto agasajo, pero es que, al hablar de pleura en el mundo no se puede dejar de nombrar al gran Light, que abrió el cauce y el interés por esta parte esencial de la medicina. Tampoco puede pasar desapercibido su último gesto de generosidad: donar su cuerpo a la ciencia.
Tardará mucho en nacer, si es que nace, un neumólogo tan brillante, tan rico en valores. Pero lo mejor de su obra persistirá; transformada y perfeccionada, continuará inspirando la mente de sus amigos y discípulos. Ilustre maestro: descansa en paz.