Hemos leído con atención la carta recibida sobre nuestro artículo La importancia de la dependencia en la valoración global del paciente hospitalizado1,2. Agradecemos a los autores sus comentarios sobre nuestra investigación y coincidimos con ellos en el mensaje principal de su carta, ya que no hace más que reforzar la importancia de la dependencia para la realización de actividades (tanto esenciales como elaboradas) para la predicción de mortalidad en pacientes con enfermedades crónicas. Hemos observado que, de forma independiente o accesoria a otras muchas variables clínicas, demográficas o funcionales, que son las que habitualmente se incluyen en los scores utilizados en la práctica clínica, las variables relacionadas con la dependencia mejoran dichos scores y aportan información pronóstica1–3.
Sobre su escrito nos gustaría hacer un par de comentarios. En primer lugar, Briongos-Figuero et al.1 comentan nuestra sorpresa en relación con que la dependencia para la realización de actividades fuera un factor independiente de mortalidad, con una capacidad superior a otras variables clínicas de pacientes que habían ingresado por una agudización de la EPOC. Pero lo que nosotros decíamos en la introducción del artículo era que lo que nos sorprendía era la escasa evidencia que existe en este campo en la EPOC, al contrario que en otras enfermedades crónicas, ya que los resultados de nuestro estudio no fueron ni mucho menos una sorpresa. En la propia cohorte SocioEPOC, en la que realizamos el estudio de mortalidad, la dependencia para las actividades básicas determinada por índices no específicos de EPOC, como es el de Barthel, no solo influye en este evento, sino que también es una de las variables que mejor predice reingresos a corto y a largo plazo por cualquier causa tras una agudización grave de la EPOC4, siendo además una de las hipótesis alternativas del proyecto de investigación inicial. Lo que sí nos sigue sorprendiendo es que no se haga más énfasis en este campo en las guías de práctica clínica sobre la EPOC.
En segundo lugar los autores hacen referencia a un interesante estudio publicado por ellos recientemente, e inciden en el valor limitado de las comorbilidades (determinadas por el índice de Charlson) cuando se ajustan por la discapacidad en la predicción de mortalidad3, resultado no coincidente con los descritos en nuestro trabajo. En todos los modelos predictivos explorados en la Cohorte SocioEPOC el número de comorbilidades medidas por este índice sí tuvieron capacidad predictiva, aunque con una menor potencia que la dependencia, tanto para las actividades básicas como para las instrumentales2. Sin embargo, queremos destacar que ambos estudios no son comparables en absoluto, al ser pacientes con una media de edad superior con casi 20 años de diferencia, con muchas más comorbilidades y sobre todo que en su serie los pacientes etiquetados como «enfermedad crónica respiratoria» no llegan al 20%3. En una amplia población con EPOC5 con elevada pluripatología y edad más cercana a la incluida en el estudio de Briongos-Figuero et al.3, seguida por un grupo de trabajo de la Sociedad Española de Medicina Interna, los 2 factores predictores de mortalidad con mayor peso fueron la comorbilidad y la discapacidad.
Por tanto, también creemos que es importante seguir investigando en esta línea, que parece que no es exclusiva de pacientes ancianos pluripatológicos, ya que afecta también en gran medida a sujetos más jóvenes con enfermedades específicas predominantes, como es en este caso la EPOC.
Este estudio ha sido financiado mediante fondos obtenidos de las ayudas SEPAR 456/2017, FIS-ISCII PI18/01317 (FEDER) y la una colaboración no condicionada de la empresa Menarini.