Queremos agradecer a Rossato et al. sus comentarios acerca de nuestro trabajo «Tabaco y coronavirus: una oportunidad para dejar de fumar»1.
A día de hoy, no existen evidencias disponibles de que los fumadores presenten un mayor riesgo de adquirir la infección por SARS-CoV-2 (COVID-19), pero sí de que el tabaquismo, tanto actual como pasado, aumenta la severidad de la enfermedad y el riesgo de muerte en pacientes hospitalizados por COVID-192–4.
Es cierto, como Rossato et al. apuntan, que llama la atención en distintos trabajos publicados la baja proporción de fumadores activos en pacientes ingresados por COVID-19. Este hecho ya ha sido constatado en varias publicaciones y se han sugerido distintas explicaciones. En algunos trabajos no se especifica si el tabaquismo es actual o pasado. En solo un pequeño número de publicaciones se diferencia a los exfumadores, por lo que muchos exfumadores serían considerados no fumadores. Además, al ser un dato autoadministrado, algunos pacientes podrían no ser precisos en la declaración de su hábito. Por último, el antecedente tabáquico puede no estar bien recogido en la anamnesis. Nuestra experiencia confirma estos hallazgos. En concreto, en nuestro hospital, en un 31% de los 178 pacientes ingresados por COVID-19 entre marzo y mayo de 2020, el antecedente tabáquico no aparecía reflejado en la historia clínica electrónica.
Los trabajos que defienden un posible factor «protector» del tabaco, lo hacen, solo como hipótesis. El mismo artículo que Rossato et al. citan como ejemplo de este posible efecto «protector» de los fumadores activos5, sugiere que los fumadores activos tienen menos edad y menos comorbilidades que los exfumadores, y que esta podría ser la explicación y no el fumar, del menor riesgo de hospitalización y muerte en los fumadores activos. Consideramos que, antes de investigar los posibles mecanismos que hacen que el tabaquismo pueda amputar la respuesta inflamatoria durante la infección por COVID-19, debería confirmarse con estudios prospectivos y aleatorizados este supuesto efecto «protector».
En conclusión, nos reafirmamos en nuestras conclusiones anteriores. Pensamos que no existen motivos suficientes para aconsejar a ningún paciente no vacunado que mantenga el hábito tabáquico.