La ventilación por mascarilla nasal ha dado sobradas pruebas de su eficacia. Sin embargo, en ciertos casos los resultados no son los esperados. Tres mecanismos pueden explicar estos fallos: apertura bucal, desincronización paciente-respirador y disminución de la permeabilidad de la vía respiratoria superior. Éstos pueden detectarse por su manifestación última: las fugas en el circuito, que reducen la eficacia de la ventilación (fallo de presurización, disfunción del trigger inspiratorio y prolongación del tiempo inspiratorio), alteran la calidad del sueño y producen efectos adversos e intolerancia al tratamiento.
Proponemos aquí varias técnicas de detección de fugas y sus consecuencias prácticas.
Se sometió a 177 pacientes, con resultados de la ventilación inferiores a los esperados (clínicos, gasométricos o poligráficos), a 310 procedimientos de detección de fugas, con montajes que variaron según la modalidad ventilatoria y el mecanismo fisiopatológico juzgado como responsable. Se detectaron fugas significativas en 132 pacientes (76%), lo cual impuso modificaciones terapéuticas para optimizar los resultados.
Presentamos un método de aplicación práctica en casos en que se asista a resultados insuficientes de la ventilación. La detección de fugas bajo tratamiento ofrece la posibilidad de establecer la causa probable del fracaso, comprender el mecanismo fisiopatológico potencialmente responsable e intervenir en consecuencia.
Nasal mask ventilation has been shown to be effective, but outcomes do not always match expectations because of mouth leaks, patient-ventilator asynchrony, or decreased upper airway patency. These developments are detected when they lead ultimately to circuit leaks that lower the effectiveness of ventilation through pressure loss, poor inspiratory triggering, and prolonged inspiratory time. The quality of sleep is affected, and adverse effects and treatment intolerance may arise.
A number of ways to detect leaks and their practical consequences are proposed in this article.
We applied 310 leak-detection procedures to 177 patients who had disappointing clinical, gasometric, or polysomnographic outcomes of ventilation. The leak-detection procedures varied according to the type of ventilation and the supposed underlying pathophysiological mechanism. Significant leaks were detected in 132 patients (76%); therapeutic changes were then prescribed to optimize outcomes.
We present a practical method to apply in patients with suboptimal ventilation outcomes. If leaks can be detected during treatment, the probable cause of treatment failure can sometimes be established and possible pathophysiological mechanisms better understood. With this knowledge, it may be possible to improve ventilation.