The Beatles, los anillos olímpicos, los sentidos, el pentagrama… El cinco es un número mágico. Actualmente estamos padeciendo la quinta ola de la pandemia de COVID-19, que se ceba particularmente en adolescentes y adultos jóvenes. La COVID-19 irrumpió en la primavera de 2020 de manera brusca y con alta mortalidad. En su inicio, el diagnóstico pudo ser infraestimado por la falta de pruebas de confirmación. Se registró la tasa de infección más alta en los ancianos y adultos mayores de 50 años, que se asoció al pico de mortalidad en asilos y residencias de mayores. A la primera ola han seguido sucesivas con menor mortalidad y mayor diagnóstico de la enfermedad. Revisando el desarrollo temporal de las cuatro primeras olas (fig. 1)1, se puede identificar un patrón interesante. Los jóvenes de 20-29 y después los niños de 10 a 19 años han sido los dos grupos etarios con la mayor tasa de infección por COVID-19 a partir de la segunda ola. Esta realidad no se llegó a apreciar en los Servicios de Neumología y en general en las clínicas y hospitales, pues la proporción de complicaciones graves por COVID-19 se incrementa exponencialmente con la edad, y la mayoría de estos niños y jóvenes padecieron una COVID-19 leve e incluso paucisintomática.
Antes de esta quinta ola, la población anciana en España consiguió una cobertura vacunal que roza el 100% desde finales de la primavera de 2021, y por otra parte ha habido un incremento de la actividad social y festiva en la juventud desde inicios del verano. La juventud escasamente vacunada, a la que se le han realizado numerosas pruebas diagnósticas, ha producido otra explosión con cifras de incidencia acumulada de casos en 14 días superiores a dos mil. La mortalidad es mucho menor que la primera ola, pero ahora sí, se ha observado un incremento notable de adultos jóvenes con COVID-19 grave en las UCRI y UCI de los hospitales españoles. El dedo acusador ha de dirigirse al virus, no al comportamiento de los jóvenes.
Posteriores investigaciones cuantificarán el efecto de factores como el cansancio epidémico, la desinformación, la descoordinación de las diferentes administraciones, las desavenencias en muchas CC. AA. entre servicios de Salud Pública y la realidad legislativa, además de la aparición y diseminación de las nuevas variantes del virus SARS-CoV-22,3. En particular, la variante delta, previamente denominada B.1.617.2 y descubierta en diciembre de 2020 en India, puede ser un más que probable factor causante de esta quinta ola. Delta es una variante «doble mutante» E484Q y L452R y que contiene más de una docena de otras mutaciones respecto a la cepa alfa original detectada en Wuhan, China, en diciembre de 2019. De delta ya se ha descrito su mayor capacidad de infección y transmisibilidad, incluso en personas ya vacunadas. Afortunadamente la eficacia de las actuales versiones de vacunas parece alta respecto a la variante delta4. La ansiada inmunidad de grupo será mucho mayor del 70% inicialmente estimado, y dada la idiosincrasia de la COVID-19, quizás no la alcancemos nunca5.
Comparado tan solo con hace un año, lo que sabemos de este nuevo coronavirus es ingente6. Los tratamientos que hasta ahora han demostrado beneficios significativos en resultados clínicos de interés incluyen oxigenoterapia y/o el soporte ventilatorio, la posición decúbito prono incluso en pacientes no intubados7, la dexametasona, el tocilizumab, el baricitinib, el tofacitinib y el regeneron (combinación de casirivimab e indevimab)8. Otros tratamientos siguen siendo evaluados. Además, distancia, mascarillas e higiene de manos, todas viejas conocidas en anteriores pandemias, siguen siendo medidas efectivas que requieren recuerdo y persistencia en su aplicación.
Quedan aún muchas más preguntas pendientes que respuestas, pero es más que probable que haya una sexta ola9. Puede decirse que además de los cuatro elementos clásicos (tierra, agua, fuego y aire) necesitaremos una quintaesencia, como el éter, para digerir esta quinta ola de pandemia. Definitivamente, la COVID-19 es una enfermedad nueva con distribución mundial y quizás se vuelva endémica. Seguirá siendo un desafío pero también una oportunidad10,11.
Desde el punto de vista de la cábala y la numerología, el 5 es el número del cambio, el movimiento, la mutación, el que permite alcanzar la maestría gracias la propia experimentación. ¿Servirá esta quinta ola y la pandemia en general, para alcanzar una sanidad mejor, universal y gratuita y conducirnos hacia una gobernanza global más justa?
Los tres autores forman parte de la Comisión Médica COVID de la Universidad Autónoma de Madrid. JBS ha sido Senior Consultant de octubre 2020 a junio 2021 en el COVID-19 Clinical Management Team, WHO Health Emergency Programme, World Health Organization HQ, Ginebra, Suiza.