revisiones de conjunto
Residencia Sanitaria Cantabria.
Santander.
CONTROL INTRAHOSPITALARIO
DE LA TUBERCULOSIS
E. Terán Díaz
Introducción
Desde que se demostró que la tuberculosis
era debida a un bacilo, ha
existido un miedo universal a la enfermedad
por considerarla altamente
contagiosa y en consecuencia, se elaboraron
una serie de medidas de precaución
para proteger al individuo
sano.
Dentro de los últimos 20 años, con
el advenimiento de una quimioterapia
efectiva, se ha podido precisar
más sobre los mecanismos de transmisión,
lo cual ha redundado en minimizar
los riesgos de infección. A pesar
de todo, la actitud hacia el contagio
y el miedo ancestral al mismo,
apenas se ha modificado. Y es por ello
por lo que nos ha parecido oportuno,
a la luz de los actuales conocimientos,
hacer un planteamiento del problema
que la tuberculosis puede suponer en
un hospital general tanto en su personal
empleado como en los propios pacientes.
Evidentemente, el descenso en la
incidencia de nuevos casos de tuber -
culosis ha supuesto unos beneficios
[83]
para la sociedad incalculables pero
también, no es menos cierto, queparalelamente
ha declinado el número
de médicos entrenados en los aspectos
médicos de la tuberculosis 1.2. Por
otro lado, al aumentar la complejidad
en el diagnóstico y tratamiento de las
demás enfermedades, se ha vuelto dificil
rendir un satisfactorio cuidado
al paciente tuberculoso que ingresa
en un sanatorio con otra enfermedad
(aguda o crónica) además de su tuberculosis,
ya que estos pacientes requieren
procedimientos diagnósticos
especiales, tratamientos y, en suma,
un equipo del que no se suele disponer
fuera de un hospital general.
Gracias a la quimioterapia efectiva
a que hemos aludido, la tuberculosis
se ha vuelto una enfermedad medicamente
curable y su capacidad infectiva
controlable; como consecuencia, el
aislamiento prolongado en sanatorios
no se requiere en la mayoría de los
casos y el cuidado de los pacientes tuberculosos,
particularmente los que
padecen además otro tipo de enfermedad,
cada vez concierne más a los
hospitales 1 generales. Entonces, ¿deben
todos los hospitales generales
aceptar a los pacientes con tuberculosis
para su tratamiento? Evidentemente
no, ya que entre otras razones
la tuberculosis es una enfermedad seria
que debe ser tratada por médicos
con experiencia en ella y además se
necesita un personal de laboratorio
especializado y un programa de control
intrahospitalarío que vamos a
tratar de esbozar a continuación ).
En una reciente publicación de Jacobs
y Greenberg• de 20 pacientes tuberculosos
vistos durante un período
de cuatro años, en solamente uno se
sabía que tenía una tuberculosis activa
a su ingreso en el hospital. En los
otros 19 los síntomas fueron atribuidos
a fallo cardíaco, bronconeumonía
o carcinoma. El diagnóstico se hizo
por necropsia en dos casos y después
de toracotornía en seis. Dos pacientes
murieron antes de que la enfermedad
hubiera sido reconocida y en otros 5
la quimioterapia específica fue postergada
hasta que fueron transferidos a
un sanatorio de tuberculosos. Situaciones
semejantes a la descrita por
estos autores ocurren con frecuencia
45
ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL 10. NUM. 1, 1974
en los hospitales generales. Ello se
debe casi siempre a no considerar a
la tuberculosis como una posibilidad
diagnóstica, por ello cualquier programa
de control intrahospitalario de la
tuberculosis debe incluir la instrucción
a postgraduados mediante cursos,
lecturas didácticas, conferencias
informales, etc. sobre los recientes
conocimientos en el diagnóstico, profilaxis
y tratamiento de esta enfermedad.
Dentro del hospital hay dos fuentes
potenciales de bacilos tuberculosos:
una son los pacientes admitidos con o
sin el diagnóstico de tuberculosis
(siendo estos últimos los de mayor
riesgo) y la segunda son los empleados
del hospital con infección tuberculosa.
Aunque generalmente se ha prestado
más atención a la protección de
los empleados, es igualmente importante
que los pacientes no sean expuestos
a un empleado con tuberculosis.
El programa para el control de la tuberculosis
en el ambiente hospitalario
puede constar de dos fases: 1) Detección
precoz de los individuos afectados
y/o enfermos y 2) Prevención de la infección5.
Detección del personal infectado
a) Radiografía de tórax
Las radiografias de 3 5 x 3 5 cm deben
ser hechas en el momento en que
el personal es empleado no solamente
en un centro hospitalario sino también
los estudiantes de medicina y las
estudiantes de enfermera. Las radiografias
de tamaño convencional tienen
las ventajas, sobre los microfilms,
de que se pueden detectar lesiones
mínimas y sirven como referencia
para compararlas con futuras radiografias.
b) Test tuberculínico
Junto con la radiografía se practica
un test tuberculínico intradérmíco, el
cual es preferible a la técnica de la
puntura múltiple (tine-test) ya que se
puede estandarizar m~jor la cantidad
de tuberculina a inyectar. Se usan
5 unidades de tuberculina PPD-S 6 y se
lee el resultado a las 48-72 horas, midiendo
la zona de induración en mm.
Los que reaccionan con 1 O mm o más
se les considera que han sido infectados
por el bacilo tuberculoso humano
(o más raramente bovino) y deben
ser clasificados como reactores, no
46
siendo necesario volverles a repetir el
test en lo sucesivo.
Manejo de los «reactores» a la tuberculina.
Todo reactor a la tuberculina
debe ser cuidadosamente historiado,
practicándosele radiografias de tórax
en anteroposterior y lateral, explorando
además desde el punto de vista general
para descartar una tuberculosis
extrapulmonar. Todos los individuos
infectados, sobre todo si la reacción
tuberculínica es de.15 mm o mayor, son
tributarios de una quimioprofilaxis
con isoniacida. Igualmente son tributarios
de quimioprofilaxis los que
tengan lesiones radiográficas compatibles
con tuberculosis pulmonar postprimaria
curada y padezcan determinadas
situaciones clínicas las cuales
pueden favorecer una reactinación de
su tuberculosis, por ej.: terapia inmunosupresiva
o esteroidea, gastrectomía
diabetes, silicosis, embarazo, etc.
La isoniacida se da a la dosis de
300 mg/día administrada en una sola
toma por un período de 12 meses. No
obstante, antes de instaurar este tratamiento
por el tiempo indicado, debe
investigarse si la droga ha sido administrada
con anterioridad y sobre todo
si hay historia, signos o síntomas compatibles
con enfermedad hepática, ya
que el efecto hepatotóxico de la isoniacida
es bien conocido'. Por todo
ello el médico debe individualizar
cada tratamiento y decidir si está indicado
un año de terapia preventiva.
En las personas que están bajo tratamiento
con isoniacida hay que despistar
cada 4-6 semanas la aparición
de signos de disfunción hepática, suprimiendo
la droga si ellos aparecieran.
También se les debe hacer una
radiografia de tórax cada 6 meses y
posteriormente cada año. Si el individuo
no acepta la quimioprofilaxis la
radiografia de tórax debe repetirse
cada 3 meses y luego cada 6, durante
los próximos dos años. Posteriormente
y si la radiografia no muestra variaciones,
cada año.
Manejo · de los «no reactores». A los no
reactores (aquéllos que dan menos de
5 mm. de induración) se les debe repetir
el test cada 6 ó 12 meses de intervalo
hasta que aparezca la conversión,
o bien, vacunarlos con BCGª.
Manejo de los «convertidos». La conversión
de una reacción tuberculínica
es el paso de negativa a positiva. Ella
indica pues, una infección reciente con
el bacilo tuberculoso y por tanto, la necesidad
de una evaluación médica
completa. Hay que estudiar a la familia
del «convertido» así como a sus
contactos más cercanos para llegar a
la posible fuente de la infección y no
quedarnos tranquilos pensando que
ésta la ha podido adquirir dentro del
hospital.
El individuo adulto «convertido» debe
recibir isoniacida profilácticamente
(300 mg/día), aunque no tenga ninguna
evidencia de enfermedad, durante
por lo menos un año. Es de sobra conocido
que aproximadamente el 12 % de
los individuos en estas condiciones
desarrollan tuberculosis en los dos o
tres años que siguen a la conversión
del test cutáneo. Si no desarrollan la
enfermedad en este período, el riesgo
de que padezcan tuberculosis posteriormente
es el mismo que para el de
cualquier reactor a la tuberculina.
Prevención de la infección
El diagnóstico precoz de los pacientes
con tuberculosis activa es de primordial
importancia para reducir el
riesgo de infección en el personal hospitalario
y en los otros pacientes. Hay
que tener siempre presente que el mayor
riesgo viene del enfermo tuberculoso sin
diagnosticar y no del tuberculoso diagnosticado.
a) Manejo del paciente tuberculoso:
La interrupción del mecanismo de
transmisión del bacilo de una persona
a otra comprende dos aspectos que
detallaremos brevemente a continuación:
1. Prevención de la contaminación: el
paciente no tosedor con una lesión
pulmonar no cavitada no presenta
problemas de contagio9
•
1º al igual que
los casos de tuberculosis extrapulmonar
en los que el peligro de infección,
a partir de tales fuentes, es muy
remoto. Para los que eliminan bacilos
a la atmósfera a partir de su lesión
pulmonar abierta, la prevención de
la contaminación consiste en la quimioterapia,
con la cual en unos días
se reduce la tos y la expectoración y
en unas pocas semanas el bacilo tuberculoso
desaparece del esputo'º( esto
naturalmente no es válido para los que
tengan resistencia a las drogas). Y en
segundo lugar: cubrirse la nariz y la
boca cuando tosen, estornudan, etc.,
con lo cual se evita que las partículas
atomizadas se dispersen por el aire.
Además, el esputo debe ser recogido en
recipientes adecuados y después destruido.
El uso de mascarillas por parte del
personal que atiende a un tuberculoso,
es innecesario salvo que se requiera
en alguna ocasión un contacto íntimo
[84]
cara a cara. Si alguien necesita usar
máscara, sería el propio paciente 9•
2. Descontaminación: consiste en
eliminar del aire cualquier bacilo tuberculoso
que haya, podido ser excretado
por el paciente y debe ser aplicada
particularmente en los lugares
donde esté presente gente con tuberculosis
conocida o desconocida (como
por ej. : zona de admisión de enfermos
en los hospitales generales, departamento
de laboratorio, rayos X,
unidades de vigilancia intensiva, etc.).
Se puede conseguir con una adecuada
ventilación y con la luz ultravioleta
la cual es efectiva no sólo contra el
bacilo tuberculoso, sino contra otros
varios organismos responsables de infecciones
intrahospitalarias.
b) Manejo del personal expuesto:
Si los empleados se exponen a un
paciente que tose y cuyo esputo contiene
bacilos ácido-alcohol resistentes
es recomendable que aquellos que sean
no reactores a la tuberculina se les practique
el test tuberculínico y una radiografia
de tórax cada 6 a 12 semanas
(de todas formas no es recomendable
que los empleados no reactores estén
en contacto con pacientes tuberculosos).
Si en algún momento el test indica
· que. ha habido una conversión
reciente a positivo, el empleado debe
ser puesto bajo una quimioprofilaxis
con isoniacida 11
•
(85)
E. TERAN DIAZ. - CONTROL INTRAHOSPITALARIO DE LA TUBERCULOSIS
Resumen
Hoy día es cada vez mayor el número
de enfermos tuberculosos que
son atendidos en hospitales generales,
lo cual supone una responsabilidad
pór parte del hospital hacia este tipo
de pacientes. Se hace un breve planteamiento
del problema y una orientación
de las medidas a tomar en relación
con los pacientes tuberculosos
y con el propio personal empleado en
el hospital.
Summary
INTERHOSPITAL CONTROL OF
TUBERCULOSIS
At the present day an ever increating
number of tuberculous patient care
treated in general hospitals, w hich imposes
as a responsibility on the hospital
authorities towa'rds this type of
patient. Raised here, and very briefly,
are the problems and a possible guide
to the measures w hich should be adopted
by the hospital staffs with regard
to tuberculous patients.
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