Como señala Cristóbal Pera en su libro Fundamentos biológicos de la cirugía, la cirugía induce una respuesta que es un "proceso biológico natural que tiende a la reparación". Cuando este proceso biológico fracasa, aparece la complicación postoperatoria.
Básicamente, la cirugía del tórax comporta un riesgo que va a venir determinado tanto por el tipo de intervención como por el estado del paciente objeto de la terapéutica; en el primero deben considerarse tanto el acto técnico en sí como los aspectos relacionados con él (anestesia, transfusiones, aporte de líquidos, etc.). Por ello, ante toda cirugía torácica nos interesa determinar previamente cuál es el riesgo que esta decisión implica y hacer que esta información sea conocida y asumida por el paciente y su familia.
Pero ¿qué es el riesgo? Puede definirse como la probabilidad de morbilidad o mortalidad como resultado del perioperatorio, es decir, de la situación clínica inicial del paciente, de la preparación preoperatoria, de la anestesia y cirugía propiamente dicha y del postoperatorio.
Existe por tanto una serie de parámetros que definen el riesgo quirúrgico y que básicamente son la morbilidad o posibilidad de complicaciones y la mortalidad. La evaluación de la calidad de vida futura de los pacientes que van a ser sometidos a resección pulmonar no es una medida que se haya adoptado de forma general. Sin embargo, cada vez se está valorando más el impacto de la cirugía en áreas como la movilidad, el estado anímico, la capacidad ocupacional y social, y una mejor satisfacción por vivir. Por ello debería considerarse como el tercer parámetro a evaluar.
Por otro lado, hay una serie de factores que influyen sobre ese riesgo. Estos factores propiciatorios que pueden influir y alterar la importancia de los parámetros de riesgo (modificando la probabilidad de morbilidad y mortalidad) incluyen la naturaleza y extensión de la enfermedad que requiere la cirugía, así como la comorbilidad (enfermedad previa o concomitante, ya sea pulmonar, cardiovascular, hepática o renal), la edad, los hábitos tóxicos, el estado general, nutricional, inmunológico y funcional del paciente. Como factores de riesgo quirúrgico deben considerarse tanto el tipo de cirugía en sí (ya que no toda la cirugía de exéresis representa el mismo grado de agresión) como los aspectos relacionados con ella, en los que la anestesia y la urgencia de la indicación desempeñan un papel importante.
En la actualidad disponemos de información bastante precisa sobre el impacto que este tipo de cirugía tiene en la morbilidad y la mortalidad, así como la influencia que los distintos factores de riesgo tienen sobre estos parámetros. La mayoría de los trabajos a este respecto coinciden en señalar factores de riesgo semejantes, pero los datos obtenidos sobre su influencia en la morbilidad y mortalidad son frecuentemente divergentes, lo que genera cierta confusión.
Si tenemos en cuenta que las indicaciones técnicas y los protocolos del perioperatorio general de estos pacientes están bastante estandarizados, es evidente que hay otros factores de los que, de momento, tenemos menos información, como puedan ser la competencia, la experiencia y la presión asistencial del equipo quirúrgico, así como la infraestructura en recursos humanos y técnicos con los que cuenta el hospital, factores todos ellos que pueden influir de forma notable en el riesgo.
Nuestro objetivo final, pues, debe ser valorar la morbilidad y mortalidad de esta cirugía en nuestro medio, conocer su frecuencia e importancia, así como sus factores de riesgo, con vistas a una cuidadosa preparación preoperatoria, así como a una correcta valoración pronóstica postoperatoria y eventual tratamiento de sus complicaciones.