El objetivo de este estudio ha sido analizar las situaciones que dificultan la aplicación de las indicaciones de la quimioprofilaxis antituberculosa.
Se estudiaron 128 enfermos (106 VIH– y 22 VIH+) diagnosticados consecutivamente de tuberculosis (TB). Los pacientes fueron entrevistados personalmente mediante un cuestionario para identificar los diferentes grupos de riesgo y determinar las actuaciones que se habían realizado para prevenir la TB.
En el grupo VIH–, 63 individuos (57,8%) tuvieron al menos un factor de riesgo; los más frecuentes fueron: contacto con enfermos tuberculosos (31,1%), TB anterior (15,1%), pérdida rápida de peso o desnutrición crónica (13,2%) y residencia en instituciones cerradas (5,6%). En 51 de ellos (48,1%) había indicación de valoración para quimioprofilaxis y de éstos, 43 (84,3%) habían realizado alguna visita médica en los últimos 5 años. Sin embargo, sólo en 10 de los enfermos visitados (23,3%) se indicó la prueba de la tuberculina y en cuatro (9,3%) se prescribió isoniazida. En el grupo VIH+, 13 de los 18 individuos con indicación de valorar quimioprofilaxis (72,2%) habían sido visitados, en 12 (97,7%) se realizó la prueba de la tuberculina y en cuatro (30,7%) se indicó isoniazida. Ninguno de los pacientes de ambos grupos en que se indicó un curso completo de quimioprofilaxis tomó isoniazida durante un tiempo suficiente.
La mayoría de los pacientes VIH– con indicación de valorar quimioprofilaxis había realizado alguna visita médica en los 5 años previos a su enfermedad; sin embargo, menos de la cuarta parte fueron valorados en este sentido. Esta situación probablemente es consecuencia de la dispersión asistencial existente en nuestro país en materia de control de la tuberculosis. Por contra, en casi todos los pacientes VIH+ visitados se comprobó su estado tuberculínico, debido a que se beneficiaron de una asistencia protocolizada.
To analyze the situations that make chemoprophylaxis for tuberculosis difficult.
One hundred twenty-eight patients consecutive (106 HIV negative and 22 HIV positive) diagnosed of tuberculosis (TB) were studied. The patients twre interviewed and a questionnaire was filled out in order to identify risk groups and determine what steps had been taken to prevent TB.
In the HIV negative group, 63 (57.8%) had at least one risk factor. The most common were contact with persons with active TB (31.1%), former TB (15.1%), rapid weight loss or chronic malnutrition (13.2%) and residence in closed institutions (5.6%). Of the 51 (48.1%) for whom evaluation of chemoprophylaxis was indicated, 43 (84.3%) had been examined by a physician within the past five years; only 10 (23.3%) of them, however, had been checked for TB and isoniazide had been prescribed for only 4 (9.3%). In the HIV positive group, 13 (72.2%) of those for whom evaluation of chemoprophylaxis was indicated had been seen by a physician; 12 (97.7%) of them were given tuberculin tests checked for TB and isoniazide was prescribed for 4 (30.7%). None of the patients in either group who were prescribed a full course of prophylaxis actually took the drug enough.
Most HIV negative patients for whom evaluation of chemoprophylaxis was indicated had been examined by a physician in the five years before disease was detected; less than a quarter of them were checked for TB, however. This situation is probably a consequence of the structure of health care in Spain as it affects TB control. Nearly all the HIV positive patients were checked for the disease, as they benefited from protocolozed health care.