En los últimos 20 años la publicación de artículos en revistas científicas sometidas a revisión por pares (peer-review del inglés) ha vivido una auténtica revolución como consecuencia de las posibilidades que ofrece Internet. En este sentido, hoy en día las revistas científicas se publican ya de forma preferente en formato electrónico. El movimiento «Open Access» (OA) surgió hace unos 10 años por la necesidad de promover una más amplia y rápida difusión de los resultados de las investigaciones biomédicas, especialmente de las financiadas por entes gubernamentales1. Otra ventaja de las revistas OA es que permiten descargarse los artículos desde la página web correspondiente, sin costes para los lectores interesados1. Sin embargo, este formato de publicación tiene también diversos inconvenientes, especialmente en las revistas OA creadas por grupos de científicos aislados y no amparadas por sociedades científicas. En estas, aún existen ciertas reservas acerca de la calidad del proceso de revisión por pares llevado a cabo por este tipo de revistas.
A finales de la década de los 90, algunas sociedades científicas propietarias de prestigiosas revistas internacionales como el British Medical Journal decidieron ofrecer todos sus contenidos de libre acceso a través de la red, bajo el formato OA2. Le siguieron otras sociedades científicas de zonas geográficas como Latinoamérica y Japón, en las que portales como Scielo y J-stage poseen hoy numerosas revistas, todas ellas de acceso libre, y sin costes para las editoriales. Iniciativas en la misma dirección son las establecidas por las editoriales BioMedCentral y Public Library of Science, quienes instauraron la modalidad de pago por el procesamiento de los artículos (article processing charges, APC), con unos costes medios estimados de hasta 3.000 dólares americanos. Sin embargo, este condicionante puede suponer un obstáculo en numerosos ámbitos3. Por último existe la modalidad híbrida, menos popular, en la que revistas de formato clásico (con acceso mediante la suscripción individual o a través de las bibliotecas de hospitales o universidades) ofrecen a los autores, tras la aceptación de sus manuscritos, la posibilidad de permitir el acceso libre a estos una vez publicados, previo pago de unos 3.000 dólares3.
Uno de los mayores hándicaps a los que se enfrenta la publicación del tipo OA es la posibilidad de que se debilite el proceso de revisión por pares, dando lugar a un deterioro en la calidad de los contenidos científicos. Este hecho estaría fuertemente motivado por el potencial de negocio de las editoriales, derivado de los costes tan elevados que imponen a los autores para publicar sus artículos en revistas OA. Es lícito pensar que las editoriales con modalidad OA, sobre todo las que no forman parte de una sociedad médica o científica, puedan primar el beneficio económico sobre la calidad y el rigor de los contenidos de sus revistas. Indudablemente, este es un tema objeto de un activo debate entre los miembros de la comunidad científica en sus diversos roles de autores, revisores y editores. Cabe destacar que en los últimos años el número de editoriales que poseen revistas de tipo OA procedentes de países en vías de desarrollo ha proliferado enormemente, con el objetivo de que autores de dichas zonas geográficas publiquen ágilmente los artículos en sus revistas3. Ello obedece a la necesidad de consolidar rápidamente sus trayectorias científicas con el fin de conseguir una posición profesional estable en sus instituciones. Por tanto, como consecuencia del negocio económico subyacente, es fácil que se incurra en la falta de consideraciones éticas, así como en el fraude y/o el plagio por parte de autores y editores. Estos son condicionantes que podrían poner seriamente en peligro el proceso clásico de revisión por pares y, por consiguiente, el de la calidad de las publicaciones científicas. En el caso de las revistas médicas, estos hechos podrían tener, a su vez, repercusiones indirectas en la práctica clínica.
Ante este escenario, de evolución tecnológica y mercantil extremadamente rápida, deberán surgir entes reguladores que aseguren la calidad científica y velen porque los estudios se ejecuten con el rigor metodológico y ético necesario. En los últimos años se ha llevado a cabo una labor encomiable por parte de instituciones nacionales e internacionales en este sentido, mediante la creación de guías de práctica clínica y documentos de consenso entre sociedades científicas, incluso procedentes de diversos continentes. También se han elaborado diversos códigos éticos que regulan aspectos que abarcan desde el manejo clínico de los pacientes y la obtención y preservación de muestras biológicas, al plagio y a la invención de datos, pasando por la necesidad de un correcto análisis estadístico y una exposición honesta de los resultados de los estudios de investigación, incluidos los ensayos clínicos. A pesar del manifiesto beneficio económico derivado de la fórmula OA, estos principios deberían permanecer como pilares inquebrantables para los profesionales implicados en el proceso de evaluación de los contenidos y decisión para publicar en las revistas de esta modalidad4,5. La inmediatez y el alcance de la herramienta «Internet» en la propagación de cualquier contenido es un arma de doble filo, que potencialmente lleva consigo la capacidad para hacer tambalear el proceso clásico de revisión por pares, y por ende, de la calidad y el rigor científico. Esto es sobre todo un riesgo ante las publicaciones de revistas tipo OA. Es por ello que el conjunto de la comunidad científica debería tomar conciencia de esta realidad, ya muy notable en algunos entornos, y actuar diligentemente con el fin de mantener que en las revistas OA se prime siempre la calidad y el buen hacer frente al potencial beneficio económico.
La sociedad en general y la ciencia biomédica en particular se enfrentan a un gran reto impuesto por las nuevas tecnologías derivadas de Internet y las redes de comunicación inmediata. Estas suponen un potencial enorme para la difusión de la ciencia, tanto en inmediatez como en alcance. Sin embargo, no se hallan exentas de riesgos. Los investigadores y editores de revistas científicas debemos actuar siempre, en cualquier modalidad de publicación, como garantes del rigor metodológico, el compromiso, la privacidad, y la calidad con el fin de impedir la vulneración de principios éticos establecidos a lo largo de años y mediante el esfuerzo de todos, frente a cualquier intento de beneficio que vaya más allá del meramente científico-médico. Si conseguimos trabajar con este axioma, independientemente del entorno geográfico y cultural, habremos resuelto las dudas acerca de la fiabilidad y veracidad de los contenidos publicados en las revistas OA.
Se agradece al Dr. Joaquim Gea la lectura crítica del manuscrito y el soporte de CIBERES, FIS 11/02029, FIS 12/02534, SEPAR 2009, FUCAP 2011, y FUCAP 2012.