Las 4 glándulas paratiroideas proceden embriológicamente del tercer y cuarto arcos branquiales. Durante su desarrollo sufren un descenso acompañando al timo, y ésta es la causa de que haya glándulas accesorias en dicho trayecto1. Los adenomas paratiroideos presentan una localización ectópica en un 5–10% de los casos y su localización más común es el mediastino anterosuperior. Presentamos el caso de una mujer con un adenoma paratiroideo dentro del hueso esternal cuyo único síntoma era dolor en dicha zona2.
Mujer de 77 años, amigdalectomizada, alérgica a la penicilina y la fenilbutazona, con hipertensión arterial, dislipemia, úlcera duodenal. Refería dolor preesternal irradiado en cinturón hacia ambas regiones submamarias de un año de evolución. En la exploración física sólo destacaba dolor selectivo en el tercio medio esternal. La analítica era normal. Se le realizaron una tomografía computarizada y una resonancia magnética, donde se evidenció que en los dos tercios caudales del esternón había una erosión cortical permeativa con hiperinsuflación ósea. Se decidió intervenir a la paciente ante la sospecha de tumoración de origen neoplásico y se realizó una esternotomía media con toma de biopsia y extirpación de la lesión. Macroscópicamente se trataba de una lesión osteolítica que destruía el esternón, muy hemorrágica y de difícil control hemostático. El estudio anatomopatológico fue indicativo de adenoma paratiroideo, con perfil histoquímico propio de dicho proceso. La evolución postoperatoria cursó sin incidencias.
El adenoma paratiroideo tiene una prevalencia del 1%, la incidencia máxima se observa en la tercera y quinta décadas de la vida y es más frecuente en mujeres (una proporción de 3:1)1. Se ha descrito en las siguientes localizaciones: surco traqueoesofágico (27%), mediastino anterior/timo (18%), glándula superior (13%), glándula inferior (12%), intratiroideo (10%), seno carotídeo (3,7%), glándula no descendida (8,4%) y otras (7,9%)2. Lo más frecuente es que no presente síntomas y se trate de un hallazgo casual tras realizar analítica y comprobar la existencia de hipercalcemia persistente. En el caso aquí descrito, la paciente no presentaba ninguna alteración analítica que hiciera sospechar un adenoma paratiroideo. Las pruebas complementarias empleadas cuando se sospecha dicho proceso son la tomografía computarizada y actualmente la gammagrafía con 99mTc-sestamibi, que conjuntamente consiguen una sensibilidad del 100% y un valor predictivo positivo del 97,4%2,3. El diagnóstico de certeza se obtiene mediante estudio anatomopatológico. Macroscópicamente los adenomas paratiroideos presentan una forma oval y están rodeados de una cápsula de tejido conectivo de color marrón. Microscópicamente se caracterizan por ser muy celulares, pudiendo estar constituidos por cualquier tipo de célula paratiroidea, si bien predominan las células principales, de tamaño nuclear variable, con nucléolos grandes e hipercromáticos y escasas mitosis que no indican malignidad. En la figura 1 se muestran las imágenes del estudio histológico del caso presentado, donde se aprecian las células propias de los adenomas paratiroideos junto con células óseas, en este caso procedentes del esternón.
El tratamiento dependerá de la existencia de síntomas y del cumplimiento de los criterios de la Organización Mundial de la Salud1. La extirpación de la glándula afectada es el único tratamiento curativo, por lo que la intervención quirúrgica sería lo más indicado. Las vías de abordaje dependen de la localización: cervicotomía, esternotomía, toracotomía o videotoracoscopia son las técnicas más empleadas4.
Tras una exhaustiva búsqueda bibliográfica mediante MEDLINE no hemos encontrado ningún caso descrito de esta localización. Hay que mencionar la existencia del llamado “tumor pardo”, que simulaba un adenoma paratiroideo en un paciente con hiperparatiroidismo y en el que las pruebas complementarias (gammagrafía con 201Tl y 99mTc), pero no el estudio anatomopatológico, eran indicativas de adenoma de glándula paratiroides5,6.