Sr. Director: La revista Archivos de Bronconeumología dispone desde el mes de abril pasado, y coincidiendo con el 40 aniversario de su existencia, de su primer factor de impacto (FI) oficial1. Como ya hemos comentado en un artículo previo2, el Science Citation Index, perteneciente al Institute for Scientific Information de EE.UU., comenzó su andadura en la década de los sesenta, aunque incorpora datos desde 1945 (información facilitada, en un comentario a nuestro artículo2, a través de correo electrónico, por su fundador el Dr. Eugene Garfield) y publica, desde la década de los setenta, el famoso "FI" de las revistas. Las citas se presentan, por lo tanto, como un indicador trascendental de la frecuencia con que los trabajos de investigación actuales utilizan las revistas científicas. Aun reconociendo sus inconvenientes y limitaciones, tenemos que reconocer que, aunque el FI no es una herramienta perfecta para medir la calidad de los artículos, tiene la ventaja de estar disponible desde hace tiempo y de ser una técnica adecuada de evaluación científica. Es conocido que, para una correcta evaluación de la investigación, se deben combinar la calidad, indicativa de lo bien realizada que está la investigación, la relevancia, que es su influencia potencial, y el impacto, que habla de la repercusión de dicha investigación2. El propio Dr. Garfield nos explica qué significa el impacto cuando afirma que, al citar un trabajo, esto es indicativo del efecto de influencia que éste ha ejercido sobre él, por lo que, cuanto más se cite un trabajo, mayor influencia o impacto tendrá sobre la comunidad científica3. Seglen4, uno de los mayores detractores del FI, enumeraba hace unos años de una forma crítica los problemas asociados con su uso. Numerosos son los sesgos que se atribuyen al FI y que tienen que ver con limitaciones propias de su base de datos, con una imperfecta computación y extensión de los artículos, con procesos editoriales cortos, áreas temáticas dinámicas y un mayor número de autocitas. Todo lo anterior favorecería un incremento del FI2. La contribución de los artículos publicados en una revista a su FI es desigual. En efecto, el 50% de los artículos más citados acumula alrededor del 90% de las citas; es decir, la mitad de los artículos más citados se citan de media 10 veces más que los menos citados (valga la redundancia). También se achaca al FI el reducido tiempo de cálculo que utiliza, así como su falta de validez para el cómputo del impacto social de la investigación. De todas maneras, al analizar adónde envían los autores sus artículos, se reconoce que es importante el "prestigio" de la revista5. Ahora bien, también intervienen el área temática de ésta y su importancia para la especialidad de los autores, la rapidez del proceso editorial, la probabilidad de aceptación y el coste de la publicación2,4. Por ello, son numerosos los artículos que indagan y proponen reajustes para la determinación del FI, e incluso se ha planteado prescindir de él. Se ha pretendido ajustarlo con el índice de autocitas2, sustituirlo por el "factor de prestigio" o incluso cambiarlo, como indican Walter et al6, por una revisión por pares pospublicación. Todo lo anterior, por ahora, no ha conseguido desplazar al FI, reconociéndose incluso que es la variable que determina un mayor número de citaciones al analizar qué características de un artículo científico están asociadas con una mayor frecuencia de citación2. Es decir, para evaluar la calidad de una revista podemos utilizar varias propiedades inherentes a ella, como el número de lectores que posee, su número de suscriptores y su distribución internacional, la calidad del comité editorial y de los revisores, el número de manuscritos recibidos y el número de los que se aceptan, su inclusión en las diferentes bases de datos internacionales y, además del FI, la vida media y el número total de citaciones, el impacto social, el índice de inmediatez y la "webometría" con la obtención del factor electrónico5.
Por lo tanto, poseer FI significa con qué frecuencia se cita un determinado artículo de nuestra revista. Hasta que se encuentren otras herramientas válidas para la evaluación científica, el FI continúa siendo la mejor de las que disponemos.