De Granda-Orive et al.1 sostienen que las autocitas no deberían tenerse en cuenta al medir el impacto de las publicaciones. Por su parte, García-Pachón y Padilla-Navas2 consideran que las autocitas deberían valorarse si aparecen en publicaciones con distribución limitada, en especial si no se publican en inglés. Quisiera proponer una tercera alternativa según la cual deberían considerarse relevantes las citas dentro del texto en vez de las citas de las listas de referencias bibliográficas; y contarse más de una vez si figuran varias veces en el texto.
He publicado mis argumentos en otro artículo3, pero en resumen sería:
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El número de citas dentro del texto indica el peso de dichas referencias en el artículo (Hou y Li4). El peso se reduce si hay muchas citas dentro del texto y solo una o 2 en la lista de referencias. Este razonamiento es aplicable tanto a las autocitas como a las citas convencionales.
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No todas las autocitas se incluyen como «auto-reconocimiento», sino que sirven para que el lector sepa dónde encontrar una publicación clave, aportan pruebas de las afirmaciones del autor, dirigen la atención del lector a obras menos conocidas (o desconocidas), indican el nivel de conocimientos y experiencia del autor, establecen la filiación del autor a una escuela de pensamiento concreta o muestran la evolución conceptual.
Por eso, en mi opinión, la mejor manera de valorar las referencias en un artículo consiste en contar su frecuencia en el texto (no en la lista) conforme a su finalidad. En mi artículo3, incluyo 3 ejemplos de cómo funcionaría este proceso.