Sr. Director: Hemos leído con atención el artículo sobre la situación actual de las resistencias de Mycobacterium tuberculosis en la población inmigrante de la Comunidad de Madrid, publicado en su Revista por Sanz Barbero y Blasco Hernández1, y nos gustaría hacer algunos comentarios. Entendemos que las 221 cepas aisladas con estudio de sensibilidad sobre las que se basa el estudio corresponden a cepas de pacientes inmigrantes. De las 31 cepas resistentes, 24 (12,6%) eran resistencias en casos nuevos (RCN) y 6 (27,3%) eran resistencias en casos tratados (RCT).
No estamos de acuerdo con la afirmación que realizan al final de la discusión donde dicen: "Respecto a las RCT, en la actualidad no hay ningún estudio al respecto en población inmigrante". Sí lo hay: en nuestro trabajo, publicado en Medicina Clínica con el título "Impacto de la inmigración en las resistencias de Mycobacterium tuberculosis en la provincia de Castellón: 1995-2003"2, ya estudiamos las resistencias teniendo en cuenta si los pacientes habían recibido tratamiento previamente. En nuestra población inmigrante todas las resistencias eran RCN. No encontramos ninguna RCT en inmigrantes. Llama la atención la baja proporción de RCT en su estudio y la inexistencia de éstas en el nuestro. Ustedes afirman (y nosotros estamos totalmente de acuerdo): "Esta información es llamativa, ya que en un principio cabría esperar que las RCT en población inmigrante fueran mayores que en la población general, dadas las dificultades tanto de diagnóstico como de acceso a la medicación que en principio podríamos presuponer en los países de origen". Sin embargo, aunque nosotros, al igual que ustedes, creemos que cabría esperar una mayor tasa de RCT en inmigrantes, ni en su estudio ni en el nuestro es así. Deberíamos intentar conocer la situación real de la resistencia de M. tuberculosis en la población inmigrante de nuestro país, que creemos difiere sustancialmente de unas comunidades autónomas a otras. Mientras que un gran porcentaje de los pacientes inmigrantes de Madrid carece de cobertura sanitaria, en nuestra área la mayoría sí la tiene. En el estudio de Madrid, la población inmigrante tiene un origen geográfico muy diverso y predominan los varones. En cambio, en el estudio de Castellón la población inmigrante cuenta con un mayor porcentaje de mujeres y no es tan diversa, ya que hay un colectivo de personas procedentes de una misma zona de Rumanía (Targoviste), con gran proporción de mujeres trabajadoras que se han asentado de forma muy estable y que se comportan de forma muy diferente del colectivo de inmigrantes de otras zonas de la geografía nacional, donde predominan la diversidad geográfica y la gran movilidad.
En nuestro estudio, las resistencias totales encontradas son del 3,7% en autóctonos y del 13,1% en inmigrantes. (Las RCN representan un 3,2% en españoles, frente a un 13,9% en extranjeros, y las RCT, un 6,7% en españoles frente a un 0% en inmigrantes.)
Es evidente que hay una mayor tasa de resistencia a M. tuberculosis en inmigrantes que en autóctonos. Debido a la tendencia creciente de los casos en inmigrantes y a la progresiva integración de este colectivo en nuestra sociedad por diversos motivos (empleo doméstico, empleo en el sector de servicios, escuelas, servicios sanitarios, servicios sociales, etc.), es previsible y esperable la transmisión de cepas de M. tuberculosis de población inmigrante a población autóctona, y viceversa. Sería muy pertinente un estudio de ámbito nacional sobre el tema para saber realmente dónde nos encontramos.