Desde el inicio de la pandemia mundial de la infección por coronavirus SARS-CoV-2 a primeros de diciembre de 2019, la enfermedad asociada (COVID-19) se ha convertido en un problema de salud pública de una magnitud desconocida para la comunidad científica1. La rápida propagación de la infección ha causado no solo una situación de alarma sino de profunda reflexión sobre la salud de nuestros pacientes con enfermedades respiratorias. Particularmente nos referimos a los enfermos de carcinoma broncogénico (CB).
A pesar de los avances extraordinarios que se han conseguido en las últimas semanas2, numerosas incógnitas quedan por resolver. Entre ellas, una de las más relevantes es el impacto de la enfermedad en pacientes con cáncer en general y con CB en particular.
Las informaciones más recientes3 nos indican que los pacientes con COVID-19 y cáncer suelen tener un mayor riesgo de eventos adversos. Esta serie contaba con 18 pacientes con cáncer y COVID-19 seleccionados de una cohorte China de 2007 casos, de los que 5 (28%) eran pacientes con diagnóstico de CB. El riesgo de eventos adversos, ingreso en UCI o el fallecimiento se veía triplicado en los pacientes con cáncer frente a aquellos sin cáncer (HR: 3,56; IC al 95%: 1,65-7,69). La explicación de este incremento del riesgo podría estar basada en varios motivos que incluyen una mayor susceptibilidad a la infección como consecuencia del propio proceso oncológico y la disminución de la propia respuesta inmune por el propio tratamiento oncológico (antineoplásico o cirugía). Los autores no encontraron diferencias en el riesgo de desenlaces entre los pacientes con CB y aquellos con cáncer de otra localización. Junto a este mayor riesgo de desenlaces fatales en pacientes con COVID-19 y cáncer hay que tener en cuenta además, la mayor edad de esta población, así como la coexistencia de comorbilidades cardiovasculares y respiratorias como la EPOC que incrementan el riesgo de fallecimiento.
Recientemente una revisión retrospectiva4 reportó 2 pacientes que se sometieron a lobectomía pulmonar por CB descubriéndose posteriormente que estaban infectados con el SARS-CoV-2. El informe histológico reveló aparte de los hallazgos tumorales que ambos pacientes exhibían edema, exudado proteináceo, hiperplasia reactiva focal de neumocitos con infiltración celular inflamatoria irregular y células gigantes multinucleadas, similares a los hallazgos post mortem de pacientes con COVID-19.
Por todo ello, a estos pacientes con carcinoma broncogénico y COVID-19 se les plantea como una medida temporal posponer intencionalmente el tratamiento con antineoplásicos o cirugía, un mayor énfasis en la protección personal y una mayor vigilancia de síntomas para iniciar precozmente el tratamiento5.
Como referentes para la enfermedad oncológica torácica todos estos aspectos nos plantean la necesidad de guías de práctica clínica o recomendaciones para el manejo de pacientes con estas 2 entidades, así como determinadas cuestiones que necesitarán ser contestadas próximamente como si existe también un riesgo aumentado de reinfección, si el COVID-19 modifica la historia natural del carcinoma broncogénico, así como cuales son las consecuencias logísticas del COVID-19 en estos pacientes.
Mientras tanto, tendremos que recomendar a nuestros pacientes aquella frase de la famosa serie de televisión de los años 80: «Tengan cuidado ahí fuera».
