La rotura traqueal postintubación (RTP) es una complicación infrecuente, que exige un alto grado de sospecha clínica debido a su elevada morbimortalidad1. Actualmente no existe consenso sobre su tratamiento, quirúrgico o conservador. Presentamos 2 casos de RTP que evolucionaron favorablemente con abordaje conservador.
El primer paciente era un varón de 12 días de vida que en el postoperatorio de una transposición de grandes vasos presentó un cuadro de desaturación con bradicardia, hiperinsuflación torácica y enfisema subcutáneo. La radiografía anteroposterior de tórax mostró neumotórax bilateral masivo. La fibrobroncocoscopia evidenció una hendidura alargada de 2×4mm en el tercio superior de la pared posterior de la tráquea (fig. 1). Se decidió tratamiento conservador con intubación del paciente. A los 30 días, tras comprobar mediante fibrobroncoscopia una reparación traqueal completa, se consiguió extubar al paciente con éxito. El segundo caso era una niña sana de 9 años que en el postoperatorio de una adenoidectomía presentó una clínica similar a la anterior. La radiografía anteroposterior de tórax mostró neumotórax bilateral apical. La fibrobroncoscopia evidenció una fisura traqueal de 4–5mm en la región posterolateral del tercio superior (fig. 1). Se decidió aplicar tratamiento conservador y mantener intubado al paciente. Diecisiete días más tarde, tras comprobar mediante fibrobroncoscopia la normalización de la pared traqueal, se extubó al paciente con éxito.
Muestra la fibrobroncoscopia de los dos pacientes. En el primer caso se evidenció una hendidura alargada en 1/3 superior de pared posterior de tráquea de 2×4mm de tamaño y en el segundo caso se observó una fisura traqueal de 4–5mm en región posterolateral del tercio superior de la tráquea.
El manejo de las RTP es controvertido y no existe actualmente unanimidad de criterios. Rossmetmal sostiene que el tratamiento conservador está indicado en pacientes con constantes vitales estables, fácil ventilación, mínima colección de fluidos en mediastino, neumomediastino o enfisema subcutáneo estable y ausencia de signos de sepsis y de distrés1. Borasio et al2 consideran que las lesiones de menos de 1cm de tamaño en un paciente clínicamente estable pueden tratarse de manera conservadora, mientras que en las lesiones mayores de 2cm o con inestabilidad clínica el tratamiento debe ser quirúrgico. Las lesiones entre 1 y 2cm de tamaño pueden tratarse con una traqueostomía o intubación nasotraqueal, con el balón inflado distalmente a la lesión, alimentación con sonda nasogástrica y antibióticos profilácticos de amplio espetro2. La nutrición parenteral estará indicada cuando la lesión traqueal se asocia a lesiones esofágicas. Kelly et al3 afirman que se podrá actuar de manera conservadora ante lesiones de menos de 1cm de longitud, que afectan a menos de un tercio de la circunferencia traqueal, con enfisema subcutáneo no progresivo, estabilidad clínica y sin evidencia de mediastinitis o sepsis. Gabor et al4 sostienen que el tratamiento conservador está indicado en lesiones menores de 2cm, cuando no se afecta a la totalidad del grosor de la pared traqueobronquial o en pacientes con alto riesgo quirúrgico. Kaloud et al5 consideran que existe una indicación absoluta de tratamiento quirúrgico cuando la lesión es transmural, con una longitud superior a 1cm. Las lesiones del tercio superior de la tráquea, especialmente si no son transmurales, pueden ser tratadas con intubación con tubo inflado distalmente5. Cabezali et al6 sostienen que el tratamiento dependerá de los síntomas y del grosor que presenten los pacientes. Los pacientes con síntomas graves y roturas de 2cm o más requerirán tratamiento quirúrgico. Los que tengan lesiones pequeñas con escasa repercusión clínica pueden ser tratados de manera conservadora con antibióticos de amplio especto, antiinflamatorios, oxígeno e intubación endotraqueal si fuera necesario6. Se aconseja realizar seguimiento de la respiración, evaluación radiológica del enfisema subcutáneo y del neumomediastino y extubación controlada con broncoscopia ante la necesidad de una posible reintubación1.
En conclusión, la RTP constituye una entidad infrecuente pero con elevada morbimortalidad. Debe sospecharse en todo paciente que tras la intubación presenta enfisema subcutáneo, neumotórax y/o neumomediastino. El tratamiento conservador es una opción segura en pacientes con buena ventilación, con roturas traqueales pequeñas y con estabilidad clínica.