Los lipomas pulmonares son raros, de ubicación endobronquial e intraparenquimatoso, siendo esta última presentación mucho más rara. Nuestro caso trata de una mujer de 62 años de edad, de ocupación quehaceres domésticos, con antecedentes de colpitis, psoriasis, hipertensión arterial e histerectomía, sin antecedentes de tabaquismo. En un control médico particular, la radiografía de tórax evidenció una imagen radiopaca en base pulmonar derecha de bordes nítidos de 4×3cm, siendo referida al Instituto Oncológico Nacional Dr. Juan Tanca Marengo, en Guayaquil, Ecuador. En la exploración física la auscultación pulmonar evidenciaba disminución de murmullo vesicular en base derecha. El resto de la exploración física era normal. Los parámetros hematológicos, bioquímicos y los marcadores tumorales (CEA- CYFRA 21-1 NSE) estaban dentro de los límites normales y el estudio de espirometría fue normal. En el estudio tomográfico de tórax se observa en el segmento basal posterior derecho una formación de tejidos blandos con coeficiente de atenuación de grasa de contornos irregulares con una macrocalcificación en el interior de 4×3cm. La paciente es sometida a toracotomía derecha, localizándose tumoración a nivel del segmento basal posterior derecho del pulmón, decidiéndose realizar lobectomía inferior derecha, sin complicaciones posquirúrgicas. El estudio anatomopatológico de la muestra obtenida reportó: lipoma intraparenquimatoso.
Se considera que la frecuencia de los lipomas pulmonares es del 0,1 al 0,5% de todos los tumores pulmonares. Se localizan endobronquialmente, y muy ocasionalmente en la periferia del pulmón1. Para Watts, Clagget y MacDonald, los lipomas que se producen en el parénquima del pulmón o por debajo de la pleura podrían surgir de la grasa que a menudo está presente en los bronquios más pequeños2.
Son pocos los casos de lipoma intrapulmonar periférico publicados, con escasa literatura lo cual hace más difícil su diagnóstico y adecuado manejo terapéutico. La mayoría de los casos registrados hablan de hallazgos incidentales y de diagnóstico después de la resección quirúrgica. Consideremos el primer caso reportado en la literatura en 1911 por Buchmam quien describe el hallazgo en una autopsia2; Hirata en 1989 resalta que «el tratamiento del lipoma periférico está limitado a la intervención quirúrgica»3; en el 2004 para Wood la revisión previa del archivo radiológico evitó la necesidad de intervención quirúrgica con fines diagnósticos. Pero también pone de manifiesto que el diagnóstico diferencial de una masa pulmonar periférica que contiene grasa incluye, además de lipoma, el fibrolipoma-hamartoma y liposarcoma3.
En nuestro caso teníamos una paciente sin archivo radiológico previo, con una imagen radiopaca intrapulmonar, en la que en la búsqueda de un diagnóstico preciso que descartara o confirmara malignidad solo la anatomía patológica fue la herramienta de certeza (fig. 1).
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