Si la tuberculosis pulmonar hizo posible la aparición y desarrollo de la neumología a partir de la tisiología, la nueva pandemia por el SARS-Cov-2 (COVID-19) va a generar cambios radicales. El nuevo rumbo que tome como especialidad va a depender de nuestra capacidad de adaptación1,2.
Tras varias semanas con una situación crítica en los servicios de neumología de España, la mayor parte de los médicos involucrados estamos de acuerdo de que, aunque la situación se normalice, habrá escenarios clínicos que no serán igual que antes de la pandemia. En este entorno, como decía Niccolo Machiavelli «quien desee un éxito constante debe cambiar su conducta de acuerdo con los tiempos». En este entorno de cambio tendremos que aprender nuevas formar de abordar la patología respiratoria, pero, como sucedió en experiencias japonesas del entorno industrial, también tendremos que ser capaces de desaprender algunas lecciones del pasado que, obviamente, van a quedar obsoletas3.
Probablemente una de las enseñanzas más importantes de esta crisis sea relativizar acciones que estábamos desarrollando previamente, especialmente en el manejo de ciertas enfermedades crónicas, en las cuales, más que resolver problemas terminábamos creando ineficiencias, con un exceso de intervenciones carentes de valor4. De repente, en pocas semanas, la COVID-19 nos ha dado un baño de realidad y nos ha cambiado la vida, como médicos y como sociedad. Nuestros servicios tuvieron que dar respuestas rápidas a problemas reales, en ocasiones de extrema gravedad y en entornos muy complicados. Hemos constatado el gran potencial de todas las medidas de tratamiento del fallo respiratorio agudo, sin tener que recurrir a intubación orotraqueal. Las medidas de soporte respiratorio, los sistemas de alto flujo y los dispositivos que combinaban diferentes modalidades de oxígeno y presión positiva al final de la espiración (PEEP) han sido clave para evitar la muerte de un elevado número de pacientes, evitando muchos ingresos a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y ayudando a descongestionar estas unidades de forma mucho más rápida. Esto no hubiera sido posible sin la creación de las Unidades de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI). Esta experiencia nos ha demostrado que, en este entorno cambiante, debemos dar un paso adelante y plantear, con mayor o menor complejidad dependiendo de cada hospital, la creación de UCRI como algo innato a la especialidad, del mismo modo que se establecieron las unidades de coronaria o de ictus en sus respectivas especialidades5,6.
La segunda lección de esta pandemia surge de la anulación de un elevado número de consultas hospitalarias, de pruebas diagnósticas y de ingresos por otros motivos. Hemos visto que una telemedicina más o menos sofisticada, permite dar respuesta a muchos pacientes, simplificando el proceso asistencial y reduciendo una complejidad innecesaria. En este entorno de cambio, varias ideas simples, pero muy eficientes deben transformarse en estrategias ya que, como planteaba John Sculley, alto directivo de Apple, la simplicidad es la máxima sofisticación; su problema, y motivo de su fracaso, fue que lo pensó, pero no lo aplicó, algo que sí hizo Steve Jobs7.
En un futuro que ya está aquí, las nuevas tecnologías deberán ser una herramienta habitual en nuestra actividad y un excelente apoyo en situaciones de crisis como la actual, pero hay que evitar pensar que disponer de soluciones de videoconferencia como Zoom, RocketChat o Webex, resuelven la situación. Hace falta definir sistemas, circuitos, protocolos que estén integrados en el proceso de trabajo de los centros y para esto se necesita implicación de los directivos y profesionales. Con este apoyo en las nuevas tecnologías, parte de nuestra actividad deberá rediseñarse, dirigiendo hacia un personal técnico cualificado todo aquello en lo que el neumólogo no aporte valor. Trabajar más no significa necesariamente trabajar mejor, y nuestra meta es lo segundo; si la actividad de un neumólogo no se diferencia de la que puede realizar un técnico, acabará teniendo un bajo valor.
La tercera lección que hemos aprendido en esta crisis es la falta de información en entornos nuevos y la dificultad de obtener información de calidad con los métodos tradicionales. De nuevo, las nuevas tecnologías pueden ser un gran apoyo en estos escenarios tan dinámicos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que existe una gran diferencia entre datos e información. El profesor Hugh Heclo de la Universidad de George Mason, hizo una observación al respecto: «A la larga, los excesos de tecnología harán que la ventaja comparativa pase de los que tienen exceso de información a los que tengan un conocimiento ordenado; de los que pueden procesar cantidades ingentes de entradas y salidas a los que sabrán explicar lo que merece la pena saber y por qué»8.
A diferencia de los métodos de investigación clásicos, que consumen mucho tiempo, las nuevas técnicas disponibles, como el análisis de Big Data, la Inteligencia artificial, el «machine learning», etc., facilitan intervenciones muy rápidas. Esta posibilidad es particularmente significativa cuando la pregunta clínica requiere la recopilación de datos de un gran número de pacientes en un tiempo muy limitado, como es el caso de la pandemia de COVID-19. Teniendo en cuenta la creciente disponibilidad de registros sanitarios digitalizados, el Big Data aplicado a la patología respiratoria proporciona las herramientas necesarias para apoyar la labor clínica del médico, identificar grupos poblacionales en riesgo, conocer el efecto de tratamientos en vida real y para implementar medidas preventivas y actuaciones coste-eficientes a nivel regional y nacional9. El proyecto BigCoviData es un buen ejemplo en esta línea10.
Como conclusión de este nuevo entorno para la neumología, es importante recordar las palabras de Ross Perot, un ultraconservador que, al margen de sus ideas políticas, tenía una buena visión estratégica de empresa: «El éxito no depende de lo bueno que sean sus planes, sino de cómo se reacciona ante las oportunidades inesperadas». Creemos que en la neumología este éxito estará sustentado en tres elementos claves: El desarrollo de las UCRI, de la incorporación de nuevas tecnologías en un nuevo modelo asistencial, y de ser verdaderamente resolutivos solucionando problemas de los pacientes.
Conflicto de interesesJosé Luis Izquierdo. Ha recibido honorarios por asesoramiento, proyectos o ponencias de AstraZeneca, Bayer, Boehringer Ingelheim, Chiesi, GSK, Grifols, Menarini, Novartis, Orion, Pfizer, Sandoz y Teva.
José Miguel Rodríguez Gonález-Moro. Ha recibido honorarios por asesoramiento, proyectos o ponencias de AstraZeneca, Bayer, Boehringer Ingelheim, Chiesi, GSK, FAES, Grifols, Menarini, Novartis, Orion, Pfizer,
Roche y Teva.