Quiero transmitir mi enhorabuena a todos los profesionales que han desarrollado la guía GesEPOC por su excelente revisión y recomendaciones1. Sin embargo, lamento las dificultades para extrapolar sus conclusiones al tipo de paciente que veo habitualmente en los Servicios de Geriatría, pese a que el diagnóstico de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), o de sus respectivas exacerbaciones, es uno de los más importantes. De hecho, es sorprendente la exclusión de los pacientes mayores de 80años en alguno de los estudios más importantes a nivel nacional de prevalencia de EPOC2, cuando todos los estudios apuntan a que en los ancianos es una de las patologías más importantes y prevalentes, o la escasa mención que se hace al paciente anciano en la guía.
En numerosas disciplinas se excluye de manera rutinaria al anciano de los ensayos, dada la importante complejidad de interpretación que suponen poblaciones con multimorbilidad, de tal manera que las evidencias demostradas en población joven y generalmente en mejor estado de salud se suponen válidas para la población de mayor edad. Sin embargo, en el caso de la EPOC, extrapolar las evidencias demostradas en población más joven tiene una serie de importantes limitaciones.
A nivel diagnóstico, por ejemplo, algunos pacientes pueden presentar, entre otras limitaciones, hipoacusia, déficit visual o sarcopenia, que dificultan la realización correcta de una espirometría, y consecuentemente su interpretación. En un contexto de deterioro funcional o cognitivo, la realización de pruebas complejas o incluso algo tan sencillo como la prueba de los 6min de marcha pueden ser de difícil cumplimiento e interpretación. La mayor parte de las guías clínicas tienen numerosas limitaciones, pues no valoran el amplio espectro de necesidades del paciente anciano, y la evidencia que arrojan dichas guías habitualmente infravalora la prevalencia de efectos secundarios, la multimorbilidad y la polifarmacia, así como los aspectos funcionales, cognitivos y sociales, además de no ser acordes a la realidad clínica3-5. A nivel terapéutico, hay que tener especial consideración con la iatrogenia que podemos introducir en pacientes ya polimedicados, pues muchos de los fármacos utilizados de forma habitual en la EPOC pueden tener importantes efectos secundarios en el anciano. Además, la realización incorrecta de la terapia inhalada condiciona no solo el posible incumplimiento terapéutico, sino también un inferior rendimiento de los tratamientos convencionales. Dada la gran heterogeneidad de dicha población, se requieren guías específicas adaptadas y estratificadas según grados de fragilidad, como ya se ha empezado a realizar con algunas patologías como la diabetes6.
Por todo ello, considero que la aplicación de la nueva guía de práctica clínica para el tratamiento de los pacientes con EPOC (GesEPOC), aunque muy útil, tiene limitaciones en su aplicación a pacientes ancianos y podría mejorarse de forma sustancial en dicho sector poblacional. A pesar de las evidentes limitaciones para abarcar de manera universal todos los aspectos de la EPOC, destinar un apartado exclusivo al paciente anciano aportaría importantes beneficios en su manejo clínico. Animo a los autores a contar en futuras ediciones con las sociedades de geriatría, las cuales podrían aportar un punto de vista complementario.