Cualquier médico atento se habrá percatado de que, en relación con las publicaciones académicas de medicina, la pandemia de la COVID-19ha producido unos cambios de una trascendencia que pocos hubieran imaginado. Por un lado, en el «haber» hay que señalar, entre otros, 3 cambios relevantes. El más importante es que por primera vez en la historia cientos de revistas y editoriales decidieron publicar en abierto todos los trabajos, sean de investigaciones originales o artículos de opinión (v. g. editoriales, comentarios) que tratasen de cualquier aspecto relacionado con la COVID-19 o su agente causal, el SARS-CoV-2. El segundo es que la medicina —en todas sus especialidades o disciplinas— empezó a utilizar de forma entusiasta la prepublicación (preprints) de los trabajos de investigación original en servidores específicos (v. g. medRxiv), algo habitual desde hace décadas en física y química, y más recientemente en biología (v. g. bioRxiv). La prepublicación es el acceso libre al manuscrito de la investigación antes de que supere el proceso de revisión por expertos y, por tanto, antes de ser aceptado para su publicación formal. La tercera es la implantación definitiva de las revisiones sistemáticas «vivas» (living systematic reviews). Estas son revisiones sistemáticas (con metaanálisis) que —a diferencia de las convencionales, que tienen una fecha de corte de los datos disponibles— se actualizan constantemente, incorporando nuevos datos según van estando disponibles. Por otro lado, en el «debe» hay que señalar que los investigadores de todo el mundo y disciplina entraron en una carrera frenética por publicar —muy superior a la habitual— que ha conducido a una serie de hechos desafortunados y, en muchos casos, con amplia difusión en la opinión pública, de prepublicaciones y artículos sesgados e incluso fraudulentos.
La rápida aceptación entre los investigadores biomédicos de las prepublicaciones —a finales de septiembre de 2020 había unas 7.150 en medRxiv y 1.950 en bioRxiv— se ha producido por 2 motivos que se retroalimentan mutuamente. Uno, la necesidad de dar a conocer cuanto antes los hallazgos sobre el SARS-CoV-2 y la COVID-19 que pudieran ayudar a conocer al coronavirus y a mejorar su prevención, diagnóstico y control de la enfermedad. Dos, a que muchas revistas que hasta principios de 2020 eran reticentes a que los autores enviasen sus manuscritos a los servidores de prepublicaciones no solo lo empezaron a permitir, sino que lo estimularon. De la calidad de las prepublicaciones habla el hecho de que el 70% de las de bioRxiv acaban publicándose en revistas1. La prepublicación, además, permite que sea comentada por los interesados, con lo que puede ayudar a corregir errores y a mejorar el texto. Es más, estas revisiones por múltiples investigadores han permitido que ciertas prepublicaciones fuesen retractadas antes de que se llegasen a publicar como artículos. Baste mencionar aquí una que ligaba al VIH con el SARS-CoV-2 y que fue retractada 3 días después de ser colgada en bioRxiv2.
Las revisiones sistemáticas vivas con metaanálisis fueron descritas hace poco tiempo, y han mostrado ser más eficientes que los metaanálisis convencionales3. Pues bien, en esta pandemia pocas semanas después de conocerse los resultados de los ensayos clínicos que han evaluado la eficacia de hidroxicloroquina, dexametasona, lopinavir/ritonavir y remdesivir, se han publicado, al menos, 2 revisiones sistemáticas vivas que permiten conocer en qué tipo de pacientes son eficaces o no4,5. Parece claro que, en futuras pandemias, se repetirá la publicación generalizada de acceso libre y que se impondrá la revisión sistemática viva.
La urgencia de autores y revistas por publicar se manifiesta con 4 ejemplos: a) a finales de septiembre de 2020 PubMed contenía más de 56.000 artículos sobre la COVID-19 y SARS-CoV-2; b) muchas revistas han implementado revisiones prioritarias en las que solicitan a los expertos una revisión en 48horas —a diferencia de las 2-3 semanas habituales—, que se traduce en una reducción del 49% en el tiempo requerido desde la recepción de los manuscritos hasta su publicación6; c) las prepublicaciones de la COVID-19 tardan en publicarse unos 22 días de media, mientras que las del resto de temas requieren 49 días7; y d) desde enero de 2020 el grupo de revistas JAMA ha recibido más de 49.000 manuscritos, un 98% más que en el mismo periodo de 20198. Siendo positiva la rapidez en hacer públicos los resultados, esta no lo es si es a costa de la calidad de la revisión de los manuscritos, que se traducirá en publicaciones de poca calidad y en las retractaciones de artículos. Máxime en la actualidad en donde los usuarios de las redes de comunicación social (v. g. Twitter, Facebook) no suelen tener en cuenta la calidad de las prepublicaciones y artículos.
El primer caso a mencionar es el que más influencia (negativa) ha tenido hasta la fecha en el tratamiento de la COVID-19. Un pequeño estudio concluyó que la hidroxicloroquina con o sin azitromicina reducía y hacía desaparecer la carga viral en pacientes con COVID-199. Su influencia fue tal que en las semanas posteriores se iniciaron más ensayos clínicos para estudiar el efecto terapéutico de estos medicamentos que con ningún otro10. El estudio, sin embargo, se realizó con importantes irregularidades y sesgos que impiden llegar a conclusión alguna11. Hoy sabemos que la hidroxicloroquina no es eficaz en el tratamiento de la COVID-194,5.
Hasta septiembre de 2020 habían sido retractadas 33 prepublicaciones y artículos de la COVID-1912. Un análisis del número de retracciones hasta junio (n=17) reveló una tasa de retracciones del 0,074%, el doble que en cáncer o inmunología13. Lo más llamativo es que las retractaciones se produjeron en una media de 2 semanas desde su publicación, cuando lo habitual es que se tarden años14. En la tabla 1 se recogen las retractaciones que más han llamado la atención y que han puesto en duda el sistema de publicación científica en los medios de comunicación15. Estos hechos son especialmente desafortunados en tiempos en que las noticias falsas y teorías conspirativas de todo tipo enturbian el traslado a la opinión pública de los resultados de la labor científica de médicos e investigadores sobre la COVID-19. Por tanto, las revistas deben asegurar siempre la calidad en el proceso de revisión de los manuscritos.
Artículos relacionados con la COVID-19 publicados en revistas de medicina general/interna de alto prestigio y retractados hasta septiembre de 2020. Dos de ellos tuvieron una importante repercusión en los medios de comunicacióna
Artículo | Razón para retractar el artículo | Nota de retractación | Comentarios |
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Mehra MR, et al. Hydroxychloroquine or chloroquine with or without a macrolide for treatment of COVID-19: A multinational registry analysis. Lancet. 2020. DOI: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31180-6b | Tres de los 4 autores no tuvieron acceso a los datos del estudio y solicitaron la retractación | Mehra MR, et al. Lancet. 2020;395:1820. | - Tres autores no cumplían los requisitos de autoría del ICMJEc.- El proceso de revisión por expertos fue deficiente, ya que estos no tuvieron acceso a la base de datos que contenía los datos objeto del estudio- Una revisión posterior independiente de la compañía propietaria de los datos, evidenció que esta se negó a proporcionar la base de datos completa. |
Mehra MR, et al. Cardiovascular disease, drug therapy, and mortality in COVID-19. N Engl J Med. 2020;382:e102. | Los autores no tuvieron acceso a los datos del estudio y solicitaron la retractación | Mehra MR et al. N Engl J Med. 2020;382:2582. | - Los autores no cumplían los requisitos de autoría del ICMJEc- El proceso de revisión por expertos fue deficiente, ya que estos no tuvieron acceso a la base de datos que contenía los datos objeto del estudio |
Bae S, et al. Effectiveness of surgical and cotton masks in blocking SARS-CoV-2: A controlled comparison in 4 patients. Ann Intern Med. 2020. DOI:10.7326/M20-1342 | Los autores reconocieron un error grave en una variable de evaluación que altera la interpretación de los resultados | Bae S et al. Ann Intern Med. 2020;173:79 | - Los autores solicitaron corregir el artículo y publicarlo de nuevo, algo que la revista no aceptó |
ICMJE: Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas (http://www.icmje.org/).
Heathers J. The Guardian; 5 de junio de 2020; Limón R. El País; 4 de junio de 2020; Rabin R, Gabler E. The New York Times, 4 de junio de 2020.