La manifestación clínica de una mayor reactividad bronquial en el deportista es algo que ya no es noticia ni en nuestra especialidad ni siquiera en el mundo del periodismo deportivo. Sin duda durante muchos años el exceso de información sobre este hecho se ha relacionado con otro más escabroso, el mundo del dopaje, aspecto que ha precisado matizarse1. Desde que en 1972, en los JJOO de Múnich, el nadador Rick Demont fuera desposeído de su medalla por dar positivo a una sustancia considerada dopaje, propia de la medicación que usaba para tratar su asma, hasta el momento actual, el camino ha sido largo. Lo más importante: se permitió que los deportistas con asma usaran medicación para tratar su enfermedad. Al inicio solo era preciso que un facultativo indicara que el deportista la padecía, mas adelante se restringió el uso a ciertas medicaciones, y ya desde hace algo más de una década, el control se hizo más exhaustivo. Se ajustó la normativa al uso de sólo dos modelos de beta agonistas de corta y de larga duración y la solicitud que debía enviarse al organismo evaluador, la autorización de uso terapéutico (AUT), debía contener ciertos requisitos, de los que era condición sine qua non, que se demostrara una labilidad bronquial por la prueba broncodilatadora o una broncoconstricción determinada en función de la prueba realizada, hiperventilación isocápnica, esfuerzo, manitol, metacolina o suero salino hipertónico2. Debo añadir que la prueba de metacolina se consideraba positiva a una PD20FEV1 <4mg/ml a nivel internacional, mientras que a nivel nacional se admitía una dosis <8mg/ml en los sujetos que ya se habían tratado con corticoides. En ambos casos criterios aceptables pero algo exigentes para una prueba que mide solo hiperreactividad bronquial en un individuo con historia compatible con asma en el deporte3. Debo añadir que la prueba de metacolina se consideraba a una PD20FEV1 <4mg/ml a nivel internacional, mientras que, a nivel nacional se admitía una dosis <8mg/ml en los sujetos que ya se habían tratado con corticoides. En ambos casos criterios aceptables, pero algo exigentes para una pruebra que mide solo hiperreactividad bronquial en un individuo con historia compatible con asma en el deporte3 ¡Qué difícil ha sido conseguir ese criterio en algunos deportistas en periodos de bondad! Nos consta que no pocos han dejado de usar la medicación por temor a ser dopaje positivo en momentos en los que su AUT no pudo estar en regla, o incluso estando, con el consiguiente riesgo para su salud y su rendimiento. La AUT debía solicitarse anualmente con la consiguiente molestia para el paciente e inversión de tiempo para el/los facultativo/s responsables del proceso y del seguimiento del deportista. Pero, por fin parece que los hados del buen juicio han dado luz (y tinieblas) a los factótum de los organismos a quien compete este proceso. La normativa de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que entra en vigor el 1 de enero de 2010, reza respecto a este asunto2: «Todos los beta-2 agonistas están prohibidos excepto el salbutamol (máximo 1.600mcg en 24h) y el salmeterol, ambos por inhalación, que requieren una declaración de uso de acuerdo con la International Standard for Therapeutic Use Exemptions. La presencia de salbutamol en orina en valores superiores a 1.000ng/ml se presume que no es por un uso terapéutico de la sustancia y se considerará como un resultado analítico adverso mientras el deportista no pruebe, mediante un estudio farmacocinético controlado, que el resultado anormal fue consecuencia del uso a dosis terapéuticas (máximo 1.600mcg en 24h) de salbutamol inhalado» (texto similar a la normativa española BOE 25/12/2009 pag. 109757). Es decir, nos liberan a todos del martirio de realizar las pruebas y cumplimentar informes y papeles con un fin exclusivamente burocrático y nos solicita solo indicar que el sujeto usa medicación para el asma. Podremos administrar el tratamiento que estimemos oportuno, corticoides, antileucotrienos, cromonas, antihistamínicos, inmunomoduladores… Pero ¡cuidado!, broncodilatadores beta agonistas solo salbutamol y/o salmeterol. Hay que olvidar, de momento, la terbutalina y el formoterol, antes permitidos o solicitar una AUT según la normativa para medicaciones prohibidas y ver que pasa. La decisión de suprimir estos betagonistas no se justifica en el texto. ¿Hay alguna razón científica? En principio, para salbutamol existe el modo de cuantificar bien la concentración en orina además de identificar su posible administración oral con bastante precisión4, aspecto difícil con terbutalina5. ¿Quizás deba trabajarse más en ese aspecto? Seguro, si es necesario. En cualquier caso el posible efecto a dosis terapéuticas como anticatabólico o bien estimulante del SNC es inexistente o poco relevante para ambas sustancias6, y así se ha considerado hasta ahora. ¿Cuál es la razón del cambio? Los organismos internacionales, AMA, y los nacionales Agencia Estatal Antidopaje (AEA), deberían manifestarse al respecto, pues nos gustaría argumentar razonablemente al deportista la razón de esta modificación. En cualquier caso, quod sripsi, scripsi. Debemos empezar a pensar cómo modificar la confianza adquirida al uso del tratamiento donde estén estos productos, si esta normativa no se modifica en un periodo prudente. Y ¿qué ocurrirá con aquellos que tienen la AUT para su uso durante esta temporada (2009–10)? Entiendo que deberían admitirse, pero también puede que no. De nuevo la AMA y la AEA deben decir algo. Por último, para completar la información, e inquietud sobre asma y dopaje, según el Real Decreto 641/2009, de 17 de abril, BOE 8/5/2009, por el que se regulan los procesos de control de dopaje, «Todos los deportistas con licencia para participar en competiciones oficiales de ámbito estatal podrán ser seleccionados para someterse en cualquier momento a los controles en competición o fuera de competición». Sin comentarios.
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Vol. 46. Issue 5.
Pages 280-281 (May 2010)
Vol. 46. Issue 5.
Pages 280-281 (May 2010)
Carta al Director
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El deportista con asma y la nueva normativa antidopaje de 2010. Menos trabajo a cambio de una terapia limitada
The Athlete With Asthma and the new 2010 Anti-Doping Regulations. Less Work to Change a Limited Therapy
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Sr. Director:
Bibliografía
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F. Drobnic.
La información desinformada: el asma en los deportistas de elite.
De Maimónides a los Juegos Olímpicos. Arch Bronconeumol, 37 (2001), pp. 364-365
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http://www.wada-ama.org/en/Science-Medicine/TUE/ (Consultado Diciembre 2009)
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J. Naranjo Orellana, R.A. Centeno Prada, M.D. Carranza Márquez.
Use of beta2 agonists in sport: are the present criteria right?.
Br J Sports Med, 40 (2006), pp. 363-366
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R. Bergés, J. Segura, R. Ventura, K.D. Fitch, A.R. Morton, M. Farré, et al.
Discrimination of prohibited oral use of salbutamol from authorized inhaled asthma treatment.
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M. Roig, R. Bergés, R. Ventura, K.D. Fitch, A.R. Morton, J. Segura.
Quantification of terbutaline in urine by enzyme-linked immunosorbent assay and capillary electrophoresis after oral and inhaled administrations.
J Chromatogr B Analyt Technol Biomed Life Sci, 768 (2002), pp. 315-324
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