Desde enero de 1992 hasta diciembre de 1998 y de forma prospectiva hemos recogido los datos clínicos, epidemiológicos y terapéuticos de todos los pacientes diagnosticados de tuberculosis (TBC) en nuestra unidad monográfica.
Controlamos 567 pacientes (70% varones y 30% mujeres). Su número aumentó progresivamente hasta 1995 para ir descendiendo en los últimos 3 años. La edad media fue de 38,8 años, y un 64% de los pacientes eran menores de 45 años. El 36% presentaban alguna patología predisponente, principalmente etilismo crónico. Un 15% de los pacientes pertenecían a un grupo de riesgo social, especialmente adictos a drogas (6,5%) e ingresados en instituciones cerradas (6,3%).
El tiempo medio transcurrido desde el comienzo de la sintomatología hasta ser remitidos a nuestra consulta fue de 80,4 días y la presentación clínica más frecuente consistió en sintomatología general junto a tos y expectoración (46%), seguida de hemoptisis (18%). Radiológicamente, un 48,5% de casos presentaron imágenes cavitadas, frente a un 33% de infiltrados alveolares, un 12% de derrames pleurales y un 10% de formas adenopáticas. Respecto a la forma patogénica inicial, un 80% de casos se consideraron tuberculosis inicial del adulto, un 10% recidivas y el 9% primoinfecciones TBC. Se consiguió un diagnóstico bacteriológico en el 85% de casos.
La pauta más utilizada fue la de 6 meses con hidracida, rifampicina y piracinamida (81%), en general bien tolerada, aunque resultaron frecuentes algunos trastornos analíticos como la alteración de las transaminasas (18%) o la hiperuricemia (19%). Únicamente en el 2,6% de los casos hubo que modificarla por toxicidad.
Se realizó un seguimiento estricto tras la finalización del tratamiento con un 97,5% de curaciones.
Como conclusión encontramos excesiva la demora diagnóstica y creemos que el conocimiento de datos epidemiológicos, clínicos y evolutivos, así como un control de los porcentajes reales de curación de los pacientes tratados justifica la existencia de unidades monográficas de control de la tuberculosis.
Between January 1992 and December 1998 we collected clinical, epidemiological and treatment data on all patients diagnosed of tuberculosis in our specialized unit.
Five hundred sixty-seven patients (70% male and 30% female) were studied prospectively. The rate of new cases increased until 1995 and decreased during the last three years of study. Mean patient age was 38.8 years, with nearly 64% of patients under 45 years of age. Predisposing disease, mainly chronic alcoholism, was present in 36%. Fifteen percent belonged to a high-risk social group (6.5% were drug addicts and 6.3% lived inside secure institutions).
The mean time elapsing from the appearance of symptoms until referral to our service was 80.4 days and the most common clinical picture at presentation was general unwellness with cough and expectoration (46%) followed by hemoptysis (18%). Cavitation was visible in 48.5% of x-rays, while alveolar infiltrates were seen in 33%, pleural effusion in 12% and lymph node involvement in 10%. Adult tuberculosis was diagnosed in 80% of cases, 10% were reactivations and 9% were primary. Bacteriological diagnosis was available for 85%.
Therapy usually involved six months with hydrazid, rifampicin and pyrazinamide (81%). Therapy was generally well-tolerated, although analyses revealed some anomalies, such as transaminase alteration (18%) and hyperuricemia (19%). Therapy was changed because of toxicity in only 2.6%. Follow-up after therapy was strict and the rate of successful cure was 97.5%.
We conclude that diagnosis was not prompt enough and believe that knowledge of epidemiological, clinical and evolutionary data, as well as monitoring of real rates of cure of treated patients justifies the existence of specialized centers for managing tuberculosis.