Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado la Guía «Environmental Noise Guidelines for the European Region»1, en ella, se analiza el impacto que tiene el ruido del tráfico sobre diferentes enfermedades no auditivas; entre ellas, las cardiovasculares, en concreto la enfermedad isquémica y la hipertensión. Sin embargo, no se menciona la posible incidencia que el ruido del tráfico puede tener sobre enfermedades de tipo respiratorio pese a existir evidencias científicas que muestran la existencia de una relación entre ambos factores.
Uno de los primeros artículos científicos publicados en relación con la existencia de esta asociación entre el ruido ambiental y las enfermedades respiratorias, se encuentra en un estudio realizado en la ciudad de Madrid2. En este trabajo se relacionan los ingresos hospitalarios urgentes producidos en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón por causas respiratorias, en la población general, con los niveles de ruido diurno en Madrid. En este artículo se concluye, con 2 metodologías de análisis estadístico diferente, que por cada dB(A) que aumenta el nivel de ruido ambiental, los ingresos hospitalarios urgentes por causa respiratoria (CIE-10: J00-J99) aumentan en cerca de un 3%. Estudios realizados con posterioridad, relacionaron el ruido del tráfico con la bronquitis y el asma3,4, con la neumonía (CIE-10: J12-J18) en niños5 y más recientemente, con la alteración de la función pulmonar también en niños6.
Pero no solo existen estudios que relacionan el ruido con morbilidad en relación con las enfermedades respiratorias, si no también con la mortalidad. En el año 2014, se publica un estudio ecológico de análisis de series temporales7 en el que se relaciona la mortalidad por causas respiratorias y el ruido del tráfico en Madrid. Este artículo, centrado en el grupo de mayores de 65 años muestra que por cada incremento de 1dB(A) del ruido diurno en Madrid aumenta la mortalidad diaria por causas respiratorias en un 4,8%, no existiendo asociación para el grupo de menores de 65 años. En este trabajo, se controló por diferentes factores de confusión como epidemias de gripe, la existencia de otros contaminantes atmosféricos e incluso de las concentraciones de polen de algunas especies. Se entiende por ruido diurno aquel que se produce entre las 8 y las 22h, mientas que ruido nocturno es el que se mide entre las 22 y las 8h.
Con el objetivo de cuantificar cuál es el impacto del ruido sobre la mortalidad diaria en Madrid por causas respiratorias y poder compararlo con la mortalidad por causas cardiovasculares (CIE-10: I00-I99) se evalúa su impacto en una nueva investigación8. El resultado es que en Madrid por cada dB(A) fallecen 184 personas mayores de 65 años (IC 95%: 0-356) por causas respiratorias en relación con el ruido diurno en Madrid. Este valor es ligeramente inferior a la mortalidad por causas cardiovasculares 284 (IC 95%: 31-523). Si se compara este impacto debido al ruido con el de la mortalidad anual por causas respiratorias atribuibles a incrementos de 10μg/m3 en la concentración de PM2.5, resulta que este es de 95 muertes (IC 95%: 0-190)8.
El comparar valores de ruido 1dB(A) con valores de 10μg/m3 se debe a que estos son los incrementos estándar de las variables de contaminación acústica y química que normalmente se utilizan en estos estudios epidemiológicos8.
Posteriormente se analizan las causas específicas que podrían explicar esta asociación realizándose un nuevo estudio en población mayor de 65 años, con un diseño de casos cruzados, incluyendo mortalidad por todas las causas respiratorias y por asma (CIE-10: J45-J46), neumonía (CIE-10: J12-J18) y EPOC (CIE-10: J40-44, J47). Los resultados muestran que no existe asociación estadísticamente significativa entre los niveles de ruido nocturno y la mortalidad por asma, pero sí para la mortalidad por neumonía y EPOC9. Si se selecciona otro indicador de salud como es el número de llamadas al servicio de urgencia 112, también se concluye que el ruido se asocia con las llamadas por enfermedades respiratorias, siendo su impacto superior al de las cardiovasculares10.
Un mecanismo biológico capaz de explicar la plausibilidad de las asociaciones encontradas se ha expuesto recientemente por Recio et al.11. Según este trabajo estas asociaciones podrían explicarse por 3 mecanismos:
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El primero relacionado con alteraciones del sistema inmune debido al carácter estresor del ruido. La asociación entre el estrés psicológico y la ocurrencia y agravamiento de enfermedades respiratorias está profusamente investigado12.
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El segundo en relación con las perturbaciones en el sueño producido por el ruido nocturno. Estudios realizados en animales y humanos han encontrado asociaciones entre los ciclos de las ondas del sueño y el sistema neuroendocrino e inmune13.
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Y, por último, a través del estrés oxidativo. Además de la contaminación química, el hábito tabáquico o los virus y bacterias, otra fuente de estrés oxidativo son los procesos inflamatorios asociados con el estrés psicológico como el causado por el ruido de tráfico. Este estrés oxidativo tiene efecto sobre la reducción de antioxidantes durante la respuesta del sistema inmune y propiciar el progreso de enfermedades como la neumonía14.
Desde nuestro punto de vista, existen suficientes evidencias que muestran la existencia de una asociación estadística robusta entre los niveles de ruido del tráfico y la morbimortalidad por causas respiratorias. Por un lado, esta asociación se mantiene al analizar diferentes indicadores de salud como mortalidad, ingresos hospitalarios urgentes e incluso llamadas al 112. Por otro, se encuentran asociaciones en diferentes lugares y con metodologías diversas y, además, existe un mecanismo biológico que explique la plausibilidad de las asociaciones encontradas.
Por lo anteriormente expuesto, puede considerarse el ruido del tráfico como un factor de riesgo de la morbimortalidad por causas respiratorias, al menos del mismo orden que la contaminación atmosférica química tradicional en una gran ciudad. No obstante, son necesarias más investigaciones en esta línea, con diseños epidemiológicos diversos, para establecer de forma clara la relación entre ruido del tráfico y las enfermedades respiratorias.