Hemos leído con interés el artículo de Caylà y Caminero1, y de acuerdo con la propuesta de actualizar e implementar un programa nacional de control de la tuberculosis (TB) para España, con nuestra contribución desde Castilla y León queremos incidir en la importancia que reviste la vigilancia epidemiológica, el control microbiológico, así como el diagnóstico y el tratamiento de la citada enfermedad.
La TB presenta una elevada carga de morbimortalidad en todo el mundo y se estima que 1,7 billones (23%) de la población mundial está infectada con Mycobacterium tuberculosis2. La distribución de la carga de la enfermedad varía significativamente según la región, así en el año 2017 se estima que el 44% de los casos se producen en la Región de Asia Sudoriental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25% en África, el 18% en la Región del Pacífico Occidental y un 7,7% en la Región del Mediterráneo Oriental. En menor medida se distribuye en la Región de las Américas (2,8%) y en Europa (2,7%)3.
Los casos de TB notificados a la Red de Vigilancia Epidemiológica de Castilla y León en el quinquenio 2012-20164 han sido 1.419 nuevos casos. Se presentan tasas de incidencia homogéneas desde los 10,5 nuevos casos por 100.000 habitantes notificados en 2012 a los 10,1 casos de TB por 100.000 habitantes en el año 2016. La tasa de incidencia de casos confirmados muestra una tendencia decreciente, 11,7 casos por 100.000 habitantes en 2012 y 8,6 casos por 100.000 en el año 2016. La mediana de edad en varones es de 58 años y en mujeres de 48, con una razón varón/mujer entre el 1,54 del año 2014 y 1,94 registrada en el año 2016.
La etiología a partir del diagnóstico bacteriológico identifica Mycobacterium tuberculosis el microorganismo aislado con más frecuencia, en 71 casos de cada 100. En el antibiograma de la serie se presentan 83 resistencias, de las cuales 32 (39%) son a pirazinamida y 21 (25%) a isoniazida. La distribución de los resultados de seguimiento manifiesta que en el año 2015 el 67% han recibido un tratamiento satisfactorio, lo que supone curación y tratamiento completo4.
El incremento de la prevalencia de resistencias en Castilla y León desde el inicio de la presente década (1,2% a estreptomicina; 3,2% a isoniacida; 0,3% a rifampicina; 0,1% a etambutol y 0,5% a pirazinamida)5 justifica la oportunidad de mantener vigilancia activa y estudios de sensibilidad. Más aún cuando en Europa se estima que el 17% (IC 95%: 16-18%) son nuevos casos y el 53% (IC 95%: 46-61%) de los casos tratados previamente presentan MR y/o XR-TB3.
En nuestra opinión, y como reflejan otros autores6, resulta de capital importancia el uso racional y secuencial de los fármacos antituberculosos cuando se define un esquema de tratamiento para la TB tanto si es sensible como resistente.
Los indicadores de seguimiento y el porcentaje de cumplimentación de las variables del Plan de Prevención y Control de la Tuberculosis acordados por las CC. AA. aprobados en la Comisión de Salud Pública en junio de 2013 han mejorado en los años estudiados. No obstante, se hace imprescindible mejorar los registros, incluida una adecuada recogida de la información microbiológica, para alcanzar los objetivos propuestos y acelerar el avance hacia los hitos globales y las metas marcadas por la OMS para reducir la carga de la enfermedad tuberculosa programada para 2020, 2025, 2030 y 20353.