Presentamos una serie de 896 toracoseopias en derrames pleurales, de las cuales el 78% (662/896) correspondieron a carcinomatosis pleurales, tanto primarias como metastásicas.
Se observa un aumento creciente de la patología maligna pleural, sobre todo en el hemitórax derecho (65%), y dependiente de los tumores infradiafragmáticos. Existen metástasis cruzadas en ambos hemitórax tanto de los órganos pares como impares abdominales. En el cáncer de pulmón las posibilidades de encontrar metástasis pleurales llegan al 77%. Cuando el derrame pleural es pequeño (menor de 500 ml) las posibilidades se reducen al 22%. Por ello, en el primer caso aconsejamos la toracoscopia y, en el segundo, la toracotomía.
El derrame serohemático sigue siendo de peor pronóstico (84% de origen metastásico) y significa un estadio avanzado de metastatización pleural. La pleura costal, en las carcinomatosis pleurales, ha estado afectada en un 69%, llegando al 80% cuando se trata de hemitórax inferior o en vecindad de tumores de mama o pulmonares.
La rentabilidad de las citologías en el líquido pleural se ha cifrado en el 45,9%, dependiendo siempre de la cantidad de metástasis. A menor cantidad, menos posibilidades de encontrar citologías positivas (19%), y en los casos generalizados de todas las pleuras, este índice aumenta hasta el 73%.
No encontramos justificación para pensar que las células que se encuentran en los líquidos pleurales sean capaces de anidar y formar nichos tumorales. Su origen lo encontramos, más bien, en la descamación de las propias metástasis, de los tumores pulmonares o de las linfangitis carcinomatosas por obstrucción adenopática.
La rentabilidad de la toracoscopia se presenta una vez más como superior al resto de técnicas de biopsia pleural.
We analyze a series of 896 thoracoscopies for pleural effusion, of which 78% (662/896) were due to pleural carcinomatosis, primary or metastatic.
Pleural malignancy was observed mainly, in the right hemithorax (65%), arising from tumors within the diaphragm. The likelihood of finding pleural metastasis in lung cancer was 77%. When the pleural effusion is slight (less than 500 ml) the likelihood falls to 22%. We therefore advise thoracoscopy in the former and thoracotomy in the latter.
Blood-stained effusion continues to have the worst prognosis (84% stemming from metastasis) and signifies an advanced stage of pleural metastasis. The pleura parietal is involved in 69% of pleural carcinomatosis cases, and in 80% when the lower hemithorax or the area around breast or lung tumors are involved.
The cytology yield was 45.9%, though always depending on extent of metastasis. When metastasis was slight, the likelihood of positive cytology was less (19%) and when metastasis was generalized throughout the entire pleura the likelihood increased to 73%.
We found no reason to think that the cells in most pleural liquids are able to nest and form tumoral niches. The origin of such cell nests was rather found to be in shedding from the metastases themselves, from lung tumors or from carcinomatous lymphangitis by lymphatic obstruction.
The diagnostic yield of thoracoscopy once again proved to be superior to that of pleural biopsy.