Diversos estudios han analizado la presencia de comorbilidades y factores de riesgo en pacientes con COVID-19. Es interesante señalar que la frecuencia de enfermedades respiratorias crónicas varía ampliamente en los distintos países. En las series de hospitales de China y de Italia los casos de pacientes con asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) estaban muy por debajo de lo esperado para la prevalencia de estos procesos1–4. Por el contrario, en el área de Nueva York o en el Reino Unido su frecuencia es muy superior5,6.
En una serie de 140 pacientes hospitalizados en Wuhan infectados por SARS-CoV-2 no describieron ningún caso de asma y solo el 1,4% de los pacientes tenía EPOC1. En otra serie multicéntrica del mismo país que incluía a 476 pacientes con COVID-19, el 4,6% padecía EPOC, pero el asma no se mencionaba entre las comorbilidades2. En una revisión sistemática de prevalencia de comorbilidades en pacientes con COVID-19 también en China, Yang et al.3 obtuvieron que las enfermedades respiratorias estaban presentes solo en el 1,5% de los pacientes. En Italia se presentan resultados similares; en una serie de 1.591 pacientes con COVID-19 atendidos en unidades de críticos, había un 4% de EPOC y la cifra de asma era tan baja que no se menciona de forma individualizada4. Sin embargo, en EE. UU. y en Reino Unido los datos son completamente opuestos. En una serie de 5.700 pacientes hospitalizados en el área de Nueva York, se describe un 9% de pacientes con asma y un 5,4% con EPOC5. En Reino Unido los resultados son incluso superiores, se describe un 19% de pacientes con enfermedades respiratorias excepto asma y un 14% de los pacientes con asma6 (que tiene una prevalencia en ese país del 6,5%7), lo que convertiría a estas comorbilidades en factores de riesgo muy significativo.
Los hallazgos discrepantes en la prevalencia de enfermedades respiratorias crónicas en pacientes con COVID-19 en los distintos países, y la posibilidad de que estas enfermedades o su tratamiento puedan modificar el riesgo de infección por SARS-CoV-2 han motivado el análisis de esta situación en nuestro medio. Se ha realizado un estudio observacional retrospectivo de los casos ingresados en nuestro hospital con diagnóstico de COVID-19 para establecer la frecuencia de asma y EPOC. El estudio contaba con la aprobación del comité ético local.
Se revisaron las historias clínicas electrónicas de 168 pacientes adultos (mayores de 14 años) consecutivos ingresados por COVID-19. Se estableció el diagnóstico de asma o EPOC cuando este había sido registrado por un médico en la historia clínica, con independencia de las técnicas diagnósticas empleadas. También se recogió la prescripción activa de fármacos inhalados. La edad fue (mediana, rango intercuartílico) de 66 años (54-77) y eran mujeres 66 de los pacientes (39%). Cuatro pacientes (3 varones) estaban diagnosticados de asma (2,4% de los ingresados). Doce pacientes (10 varones) tenían el diagnóstico de EPOC (7,1% de los ingresados). En la tabla 1 se detallan sus características.
Pacientes con diagnóstico de asma y EPOC
Diagnóstico | Edad | Sexo | Tratamiento |
---|---|---|---|
Asma (n=4) | 66 (55-85) | 3M/1F | LABA-CI, n=2CI, n=1SABA, n=1 |
EPOC (n=12) | 74 (68-88) | 10M/2F | LABA-LAMA-CI, n=4LABA-LAMA, n=6LABA-CI, n=2 |
CI: corticoides inhalados; F: femenino; EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica; LABA: broncodilatador beta-adrenérgico de acción prolongada; LAMA: antagonista muscarínico de acción prolongada; M: masculino; SABA: broncodilatador beta-adrenérgico de acción corta; SAMA: antagonista muscarínico de acción corta.Edad en mediana y rango (mínima, máxima).
En nuestra serie hemos obtenido una prevalencia de asma y EPOC similar a la de la población general en nuestro medio (en torno al 2-3% de asma en España8 y al 10% de EPOC en mayores de 40 años, aunque estos con frecuencia infradiagnosticados9). Nuestros datos son algo superiores a la prevalencia descrita en China e Italia, pero muy inferior a la referida en EE. UU. y Reino Unido5,6.
Por la experiencia con otras viriasis respiratorias podría esperarse una mayor proporción de pacientes hospitalizados con asma y EPOC. Así, se ha constatado que los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas tienen un riesgo muy elevado de requerir ingreso hospitalario por procesos víricos de transmisión respiratoria, como la gripe estacional10,11. Además, podría sospecharse que la EPOC tiene mayor susceptibilidad a la infección por SARS-CoV-2 debido a que este virus utiliza como vía de entrada el receptor de la enzima convertidora de la angiotensina II (ACE-2) y la expresión de esta enzima está incrementada en pacientes con EPOC12. Sin embargo, en nuestra serie solo 4 pacientes tenían asma, casi todos varones, ninguno menor de 55 años, lo que no es reflejo de la población general con esta enfermedad. Estas características junto a lo descrito en otras series, podrían hacer sospechar que puede existir un menor riesgo de infección por SARS-CoV-2 y, por lo tanto, de desarrollo de COVID-19, por lo menos en algunos tipos de pacientes con asma en nuestro medio. Se ha sugerido que la baja frecuencia de enfermedad respiratoria crónica (sobre todo asma) en las series de China y de Italia se podría explicar por 3 situaciones: la falta de su reconocimiento (que parece improbable), un efecto protector por respuesta inmunitaria y finalmente un posible efecto del tratamiento de estas enfermedades13. No puede descartarse que los pacientes con enfermedades respiratorias hayan extremado las medidas de precaución (en algunos países, pero no en otros en vista de las diferencias descritas) para evitar la exposición al virus, y por lo tanto tienen menor riesgo de contagio.
La posibilidad de que el tratamiento inhalado influya en el riesgo de infección por SARS-CoV-2 no se basa solo en datos de prevalencia en ingresados con COVID-19. En modelos in vitro, los corticoides inhalados (solos o en combinación con broncodilatadores) han sido capaces de suprimir la replicación de coronavirus y la producción de citocinas14. Por tanto, quizá podría plantearse también la posibilidad de evaluar un potencial papel protector frente al SARS-CoV-2 del uso de estos fármacos.
Concluimos que en nuestro medio los pacientes con asma o EPOC no parecen expuestos a mayor riesgo de ingreso por COVID-19. Nuestros datos muestran que su prevalencia en ingresados por este proceso es similar a la que se estima en la población general, y marcadamente inferior a la esperada por la experiencia en otras enfermedades víricas respiratorias.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.