Sr. Director:
He leído con atención el artículo de Vilà et al1 titulado “Actividad anestésica en cirugía torácica en Cataluña. Resultados de una encuesta realizada durante 2003”, y quisiera hacer algunos comentarios desde el punto de vista de un cirujano torácico.
La actividad quirúrgica de cirugía torácica que se considera en el mencionado trabajo es escasa y resulta, por lo tanto, difícil extraer conclusiones. Si se analiza con detalle la casuística del estudio, se comprueba que se presentan únicamente 42 resecciones pulmonares mayores (lobectomías y neumonectomías). Éstas son las intervenciones que marcan de forma más exacta la actividad y calidad de un determinado equipo quirúrgico, y se han estudiado con mucho detalle en un benchmarking realizado por 9 grupos de cirugía torácica2. En un trabajo publicado en 2006 por el Grupo Cooperativo de Carcinoma Broncogénico de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)3, se analizaron 2.994 casos de resecciones pulmonares procedentes de 19 unidades de cirugía torácica. Se estudiaron la morbilidad, la mortalidad y la supervivencia en función del volumen de intervenciones/año que realizaba cada unidad. A partir de la actividad se dividieron las unidades en 3 grupos: actividad baja (<40 casos al año), media (entre 44 y 54) y alta (=55). Se concluyó que en los resultados a corto y largo plazo no influía el volumen de intervenciones que se llevaban a cabo. Los datos hallados se interpretaron como resultado de la realización de unos procedimientos muy estandarizados y con unos criterios de actuación muy similares en servicios especializados. Estos datos proporcionan una cierta garantía en cuanto a la homogeneidad en la calidad de los equipos quirúrgicos de cirugía torácica en España.
A pesar de estos datos, se reconoce el efecto beneficioso que en general tiene un volumen elevado de intervenciones tanto en un cirujano en concreto como en un grupo quirúrgico4, y también el hecho de que las intervenciones las realicen cirujanos especializados5. Esto ha sido una preocupación constante de los cirujanos torácicos miembros de la Comisión Nacional de la Especialidad de Cirugía Torácica, entre los que me hallo, preocupación que ha quedado reflejada en un nuevo Programa de Formación de Especialistas en Cirugía Torácica, que está pendiente de publicación y que incrementa de forma notable el número de intervenciones que debe efectuar el médico residente en su período formativo.
Uno de los problemas más importantes que tiene la cirugía torácica en nuestro país es la dispersión de la actividad. Esta circunstancia se ve favorecida por la normativa legal vigente y por el modelo de Estado descentralizado en el que vivimos. En el trabajo de Vilà et al1 se citan 27 centros diferentes para las intervenciones realizadas. Es evidente que muchos de estos centros deben de ser de titularidad privada, y hay que tener en cuenta además la actividad llevada a cabo por cirujanos torácicos en su práctica privada o por algunos grupos de cirugía general que efectúan también intervenciones torácicas, sobre todo las de menor complejidad. En Cataluña hay en la actualidad 10 unidades o servicios de cirugía torácica6, de los que 7 tienen acreditación docente. Son éstos los que acumulan la mayor y más compleja experiencia en cirugía torácica que se produce en Cataluña. Estos datos pueden disipar algunas de las dudas que plantean los autores en la discusión de su trabajo. No obstante, en mi opinión resultaría muy conveniente revisar los criterios de acreditación de las unidades de cirugía torácica para la formación de médicos residentes y fomentar auditorías de las que están actualmente acreditadas.
Como reflexión final, quería señalar que, en mi opinión, los estudios de análisis de la actividad como el comentado redundan siempre en unas mejores posibilidades de planificación racional de los recursos y en la optimización de los resultados que se obtienen. Es por lo tanto necesario impulsar y fomentar su realización.